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Saludable esperanza. Por Elizabeth Santángelo.


salud

Hablar de esperanza es «esperar algo», y si esperamos algo es porque no lo evidenciamos concretamente.
En cambio, cuando nos alimentamos con la fe que nace del corazón, sabemos que esa espera no es vana o estéril. Aunque estemos enfrentando una situación difícil, es importante no desesperar, porque este sentimiento está ligado a la ansiedad, y generalmente este estado mental nos hace perder el rumbo al dejar por

el camino aquella esperanza puesta en cosas concretas, aún por cristalizarse.

Se evidencia más salud, cuando tenemos esa esperanza íntima, porque estar sano es primordial para tener una vida activa, productiva y feliz.
¡Cuántas veces uno se da por vencido al no lograr inmediatamente este resultado!
Ser paciente y estar confiado ayuda a restablecer la salud, ya que es vital el buen ánimo con que enfrentamos las experiencias.
El buen ánimo y hasta el buen humor influye notablemente en la salud, tanto física como mental.
Según las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2014, publicadas hoy por la Organización Mundial de la Salud (OMS), «las personas están viviendo más años en todo el mundo. Además, el mismo informe sobre las estadísticas anuales indica que los países de bajos ingresos han alcanzado mayor progreso al aumentar la esperanza de vida».

Todos tenemos esperanza de vida cuando hay confianza en la curación.
La esperanza capacita a uno a ver que la salud es una condición normal y un derecho divino. Esta perspectiva mejora la calidad de vida.
Para alcanzarla es esencial prevenirse en cuanto a la calidad de los pensamientos.
En Ciencia y Salud, libro que trata la curación espiritual, su autora Mary Baker Eddy habla respecto a la importancia del estado mental que ayuda a sanar: «Mantén tu pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero, y los traerás a tu experiencia en la proporción en que ocupen tus pensamientos».
Cuando se espera a un amigo, tenemos expectativas por verlo bien y poder conversar naturalmente con él.
De la misma forma, al esperar la curación, tenemos expectativas en cuanto a ver manifestados el bienestar y la salud.
Cuando la esperanza está acompañada de expectativas del bien, nunca pueden intervenir pensamientos negativos como incurabilidad, fracaso, demora.
Promover la salud es abrazar la esperanza de curación, no aceptando estar condenado al sufrimiento o al dolor.
La esperanza de vida y la salud están a tu alcance.
¡El primer paso es sentirse cuidado y además amado!

Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana, para Argentina
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