Pensamientos que sanan. Por Claudia Honorato.


images.jpg_SilencioCuando nos encontramos en la cima de una montaña, la visión cambia con respecto al mundo, por lo menos, desde dónde uno se encuentra. De la misma manera, la percepción en cuanto al significado de la salud puede cambiar cuando la perspectiva está fuera del cuerpo.

Así como la ciudad a mayor altura más pequeña se ve, la enfermedad se puede lograr ver pequeña e indefensa cuando se mira hacia una fuente superior con cielos despejados y nítidos, en donde todo es armonioso y bello.
Pese a que a veces uno se encuentra en circunstancias complicadas, hay estudios que hablan de los beneficios que una persona puede tener al optar por un pensamiento optimista, como lo son tener una mejor salud y ser más longevos dentro de otros.
Parte de esto lo pude experimentar cuando me encontraba por llegar a la cima de un cerro, cerca del conocido «Provincia», en Santiago. Por eso, el gozo del trekking para mí significó más que una aventura.
Cuando comencé el ascenso, mis pensamientos se mantuvieron unidos al ruido de la ciudad, así como cuando uno tiene una enfermedad, los pensamientos están en torno a esa anomalía. Pasada ya la hora de caminar rumbo a la cumbre, alcanzando a ver los cerros nevados, comencé a conectarme cada vez más con la grandiosidad de las montañas.
En esta oportunidad pude vivenciar el importante descubrimiento que hace más de un siglo una mujer pionera para su época, Mary Baker Eddy, compartió: que todo es Mente y que existen leyes divinas cuyo fundamento es el Amor.

Me encontraba luego de haber caminado y subido más de tres horas, cuando al pasar entre rocas caí, pegándome en la rodilla e imposibilitando mi caminar. Debido a que me encontraba sola, recurrí a algo que uno tiene al alcance de la mano: la Mente divina.
Una de las primeras ideas fue pensar en que todo es mental, por lo tanto el dolor no era local sino mental, así como la roca, mi rodilla y todo cuanto me rodeaba. Esto calmó mi pensar, luego sentí un profundo deseo de sentirme bien y recordé este descubrimiento que dice: «Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita», «Todas las cosas son creadas espiritualmente».
Razonando más sobre esas ideas, luego de un rato sentí que podría dar los primeros pasos y seguir el camino. No solo alcancé sanar, sino llegar a la cumbre, aquella cima en la que se ve y siente con nitidez la belleza, salud y perfección de la creación.
Eso ya pasó hace años, y sigo aprendiendo más sobre la salud espiritual. Hoy siento que todos pueden alcanzar esas alturas… Solo hay que empezar escalando pequeñas cumbres.

Claudia Honorato integra el Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana para Chile

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