Pienso cómo la tecnología moderna ha reemplazado muchas cosas que antes eran imprescindibles en el hogar. Por ejemplo, el aroma en la cocina es típico de una familia que mantiene la cultura de los antepasados.
Cómo se ha dejado atrás la reunión de los domingos, donde tíos, primos, padres y abuelos se daban cita para comentar lo vivido durante la semana y dar impulso a los sabores preparados por la abuela.
Hace algunos años era común disfrutar de pasta y panes caseros, buñuelos de manzana y muchas otras delicias que hacían a la mesa familiar unida y amena.
¿Por qué relaciono estas imágenes con el verdadero sentido de la salud?
Porque en la actualidad las familias, ya reducidas por los hijos grandes que se han ido a vivir solos, comparten más domingos en silencio. Tal vez miren una película mientras almuerzan, o bien otros, quizás descansan y se deprimen por el domingo solitario que tienen que enfrentar.
Hay investigaciones que llegan a la conclusión que tener claro un buen sentido de familia resulta importante no solo para el aspecto social, sino también emocional y mental.
En el artículo “La familia en el cuidado de la salud”, las Dras. María del Carmen Cid Rodríguez, Rebeca Montes de Oca Ramos y Lic. Ofelia Hernández Díaz, de la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas, Cuba, llegan a la conclusión que: “La familia, tiene un valor de refugio afectivo y de aprendizaje social; es la primera y más importante de las escuelas, en ella se nace, en ella se disfruta y en ella se descubre lo hermoso de sentir, que gracias a ella alguien siempre te espera, que tu llegada representa alegría, que amas y eres amado.”
“La familia constituye la institución base de la sociedad, el medio natural para el desarrollo de sus miembros y un fenómeno universal, por ello es conveniente, en este sentido, propiciar que se manifiesten relaciones familiares armoniosas, lo que contribuirá al establecimiento de la salud integral entre sus miembros”.
El afecto y cuidado es primordial, y como manifestación directa, bien podemos relacionarlo con las herramientas que por siempre existieron en la cocina.
No digo que deberíamos prescindir de elementos modernos tales como freezers, microondas, como tampoco el delivery, pero también darle importancia a la elaboración manual, cooperando con su propio ingenio todos los integrantes de la familia: tortas y bizcochos, las tradicionales pizzas y pan casero, y por qué no, las clásicas tortas fritas en un día de lluvia.
Sin duda, todos los disfrutarán, y ayudará que a través de los “aromas” y el típico olorcito a “hogar”, podamos reunirnos con buen ánimo y humor, así como compartiendo conversaciones amables, en familia.
Es sano considerar estas metas cuando hay niños y jóvenes a nuestro alrededor para que puedan generar buenas raíces y una vez que crezcan, tengan en su corazón momentos inolvidables para poder continuar dentro de una sociedad que necesita de las cualidades de la Mente divina, como fuente de inteligencia, madurez y transparencia en sus actos y sentimientos.
El cultivo de estas actividades hará por las nuevas generaciones que posean más libertad y menos violencia, más seguridad y menos descontrol, más sentido de hogar y no la desolación de un ámbito indiferente.
Las raíces que promueven una familia saludable contribuyen con una sociedad que difunde y apoya los lazos de la fraternidad, el respeto mutuo y la feliz convivencia.
Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana, en Argentina
Coaching en área salud y espiritualidad.
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