¿Cómo enfrentar la corrupción? Por Leide Lessa.


índice.jpg   Corrupción“Más de seis millones de personas viven en países con graves problemas de corrupción”, afirma la institución Transparency International. ¿Hay alguna esperanza de que esto cambie algún día?

En algunos casos la corrupción afecta el dinero público –y como consecuencia la economía nacional– pues civiles y políticos reciben ilegalmente mucho dinero, sin perspectiva de castigo. En otros casos toda la población del país sufre algún tipo de presión, engaño o soborno, pues solo se hace o se recibe algo a cambio de favores. Esto llega a afectar niños de escuelas o jóvenes de universidades, e incluso favorece el trabajo infantil forzado, principalmente en África y Asia.

En toda Latinoamérica la mayoría de los países se encuentran más o menos en la misma situación, con un alto nivel de corrupción. Pero hay excepciones. Venezuela presenta niveles extremamente altos. La Guyana Francesa, Uruguay y Chile son los únicos países cuyas puntuaciones muestran probidad.

Como hay mucho comercio y turismo entre los países latinoamericanos, lo ideal sería que todos pudieran crecer en probidad y demostrar menos corrupción en la política y todo tipo de transacciones comerciales. Pero ¿será allí donde debe empezar la honradez?

A mí me gusta pensar que el sentido de honradez, justicia, honestidad, sinceridad y todos los demás valores morales necesarios para vivir sin corrupción ya son parte de la identidad espiritual de cada persona. Pero muchas veces nos dejamos “corromper” por costumbres, tradiciones, la ambición de obtener ganancias y la envidia, que nos llevan a pequeñas acciones y pensamientos egoístas y falta de consideración por los demás. Eso abre la puerta a futuros pasos de corrupción mucho más grandes.

Pero, ¿cómo interrumpir el curso del egoísmo irresponsable, a veces hasta inconsciente, que puede generar tantos problemas sociales?

Una de las maneras a considerar sería enseñar conscientemente, lo antes posible, valores éticos, morales y espirituales. En esa línea, la pensadora metafísica Mary Baker Eddy comenta que “una madre es el educador más poderoso, ya sea a favor o en contra del crimen”.

Padres y madres pueden hoy enseñar a sus hijos, desde las mínimas cosas, el valor de la honradez, la igualdad y la justicia, inculcando el respeto al prójimo y a los bienes públicos.

Tal postura no debería ser algo muy difícil, pues originalmente todos ya tenemos estas cualidades en nuestra identidad espiritual. Es una cuestión de darse cuenta, admitirlo y ponerlo en práctica.

En una publicación leí la historia de un señor que tiene cinco hijos e hijas. Vive en un país cuyo sistema educativo es corrupto. Pero este señor cree en el bien universal, todopoderoso e indistintamente accesible. Les explicó a sus hijos que no pagaría soborno por sus estudios, pero que podían saber que los demás estudiantes y los profesores tenían en su identidad espiritual las mismas cualidades que ellos, y que por lo tanto eran honrados, inteligentes y justos. Y así, con claridad en el pensamiento con respecto a valores éticos, morales y espirituales, todos se graduaron sin ser abusados y sin pagar sobornos.

Un mundo sin corrupción puede parecer algo muy distante, pero si todos empezamos ya mismo a vivir sin corromper nuestra identidad espiritual, o sea, expresando justicia y honradez en las mínimas cosas y enseñándolas a nuestros hijos, sobrinos, parientes y amigos, estaremos definitivamente contribuyendo a tener un mundo mejor y más justo.

Leide Lessa es maestra y conferenciante de la Ciencia Cristiana y escribe reflexiones sobre la espiritualidad y la vida.
Twitter: @LeideLessa Email: lessal@csps.com