¿Qué tipos de prolapso existen?
Recordemos que el prolapso consiste en el descenso de uno o más órganos de la cavidad pélvica hacia el exterior. El órgano que desciende puede ser la vejiga, el útero, la vagina, la uretra o el recto, aunque también puede darse el caso de que desciendan dos o más de ellos.
Algunas mujeres sólo presentan un tipo de prolapso, mientras que otras sufren una combinación de dos o más tipos. Esto es debido a que los órganos y tejidos pélvicos están tan intrínsecamente agrupados y sus funciones tan interrelacionadas que si el prolapso de un órgano no se trata, puede acabar por afectar a las estructuras adyacentes y desarrollar otro tipo de prolapso.
Por lo general, los tipos de prolapso reciben el nombre del órgano que “cae” o sale al exterior, pero es importante señalar que el problema no comienza en el órgano que desciende, sino en un debilitamiento de los tejidos que sostienen dichos órganos, como hemos dicho, de los músculos, ligamentos y tejido conectivo que forma el suelo pélvico.
Veamos en qué consiste cada uno de ellos:
Cistocele: es el más frecuente de los prolapsos y se produce cuando la vejiga cae hacia la vagina, formando un bulto en la pared anterior de la misma. Con frecuencia, tanto vejiga como uretra (el tubo que comunica la vejiga con el exterior) se prolapsan en conjunto. Entre los síntomas de este tipo de prolapso está la urgencia urinaria, las pérdidas de orina durante las relaciones sexuales, y en casos más graves, dificultad para orinar y riesgo de infecciones debido a un mal vaciado de la vejiga.
Rectocele: el recto (tramo final del intestino grueso, antes de llegar al ano) cae sobre la pared posterior de la vagina. Esta modificación de la posición del recto afecta al movimiento intestinal y puede producirse estreñimiento, hemorroides, vaciado incompleto de las heces, sensación de presión y obstrucción intestinal.
Prolapso uterino: el útero desciende por la vagina, asomando primero el cuello y después el cuerpo uterino. En los casos más graves, el útero sale por completo a través de la abertura vaginal hacia el exterior.
Prolapso de la cúpula vaginal: la cúpula vaginal, área localizada en la parte más alta de la vagina, puede descender haciendo que la vagina, que es un saco ciego, se de la vuelta como un calcetín, quedando la parte interna por fuera. Es frecuente en mujeres a quienes se ha realizado una histerectomía, es decir, que les han extirpado el útero.
Enterocele: las asas intestinales descienden por el hueco entre el recto y la parte posterior de la vagina. Puede ocurrir de forma aislada o asociarse a rectocele o también a prolapso uterino.
Prestar atención a tu cuerpo y ser capaz de identificar los cambios que se puedan producir en él es la mejor herramienta para un diagnóstico precoz y para la aplicación del tratamiento adecuado.
Grados de prolapso
El prolapso, atendiendo a su gravedad, puede clasificarse en cuatro grados para los que existe un tratamiento específico.
Grado I o leve: descenso ligero en el interior de la vagina.
Grado II o moderado: el descenso llega a la entrada de la vagina.
Grado III: el órgano descendido traspasa el orificio vaginal hacia el exterior, la mujer puede notar el bulto al caminar y, sobre todo, al realizar esfuerzos.
Grado IV o total: el órgano (vejiga, útero o recto) sale completamente al exterior, tanto en esfuerzo como en resposo.
¿Cómo se trata el prolapso?
En cuanto al tratamiento, los dos primeros grados, si ocasionan molestias, deben ser tratados mediante fisioterapia de suelo pélvico, además de llevar a cabo un cambio de hábitos, entre ellos: dietéticos, si existe sobrepeso o estreñimiento; eliminar el tabaco si la mujer tiene enfermedades respiratorias, como tos crónica; limitar el sobreesfuerzo físico; llevar una vida activa realizando ejercicios que no agraven el prolapso existente, etc.
La cirugía generalmente se hace necesaria en los grados III y IV. A veces hay que extirpar el órgano que ha salido al exterior (es el caso del útero), y otras veces se reconstruye el defecto por medio de la colocación de mallas de material sintético que actúan como tejido de sostén y contrarrestan el suelo pélvico debilitado (es el caso de la vejiga o el recto). Tras la cirugía, es igualmente conveniente seguir una rutina de ejercicios de suelo pélvico así como unas pautas de higiene postural y hábitos de vida saludables, para contribuir al éxito de la intervención quirúrgica y evitar que se vuelva a producir un prolapso.
Fuente Programa Televisivo: “Prevención y Salud”.
Dra. Danisa Biagetti. Mat. N° 19.303-
Ginecólogia. Especialista en piso Pelviano.
Lunes 11 de diciembre-
Reiteración: Jueves 20hs y sábado 12,00hs