¿Podemos hacer algo más que esperar, preguntarnos a nosotros mismos o preocuparnos?
Es una pregunta que me sigue viniendo a la cabeza cuando veo las noticias. ¿Creo a los políticos sobre los que leo o a los presentadores de noticias, a las figuras del deporte, a las celebridades o las afirmaciones sobre la salud? ¿Es un punto de vista honesto? ¿Qué tanto falta para que alguien examine las alegaciones y las pruebas y llegue a una conclusión? ¿Cuándo llegaremos al fondo de este tema?
Cuando esas preguntas me vinieron a la mente en el pasado, pensé que mis opciones eran escasas. Básicamente esperar. Esperar a que alguna autoridad del mundo exterior (un investigador, alguien con información privilegiada, un juez) juntara el total del conocimiento actual y tomara una decisión final. Mientras tanto, internamente especulé, critiqué, compadecí y sentí resentimiento. Incluso cuando los reportajes que leía eran de primera calidad (mis días trabajando con el periódico The Christian Science Monitor mantuvieron el listón de credibilidad alto), sentí a menudo que solo estaba marcando el paso hasta que todos los hechos salieran a la luz.
Pero aunque una investigación sincera de los hechos y el debido proceso necesitan seguir su curso, eso no significa que nuestros pensamientos sobre ello no tengan consecuencias.
Lo que creemos define quiénes somos y lo que hacemos. Cualquier cosa que tenga efecto en nosotros, tiene efecto en nuestra vida cotidiana y finalmente en la sociedad. Es importante recordarlo. Realmente hay un enorme potencial para hacer bien, y no es necesario esperar.
¿Por dónde empezar? Por nosotros mismos. Cuando las pérdidas de moral están presentes en las noticias, es útil encerrar mi confianza y basar mis expectativas en las buenas cualidades (honradez, sabiduría, bondad y amor), que tienen un Principio divino y firme como fuente. La honradez por sí misma no viene y va. No se pierde o se debilita. Es completa y primordial para una base moral y espiritual en la que todos puedan afianzar su vida, y eso es más innato a nosotros de lo que nos damos cuenta.
¿Significa eso que si hay una pérdida de moral la base está corrompida? Para nada. No hay un momento en el que el arrepentimiento y la reforma no sean útiles para dar la vuelta a nuestras vidas hacia una nueva y mejor dirección, construida sobre una base no corrompida y procediendo de ella.
Mientras tanto, trabajar la honestidad y la sinceridad y cualidades parecidas, permitiéndoles encontrar expresión constantemente en la familia, el trabajo y la vida social, nos ayuda a mantenernos con una base moral sin importar los mensajes que nos arrojen.
Eso no es todo. Lo que ocurre internamente puede tener una influencia mucho mayor en el contexto mundial. Al comentar el potencial total, la fundadora de Monitor, Mary Baker Eddy, respondió a la pregunta de los lectores en The Christian Science Journal de esta forma: “Al tener la idea correcta de del hombre en mi mente, puedo mejorar mi propia individualidad, salud y moral, así como las de otros; mientras que con el imagen opuesto del hombre, como pecador, constantemente en mi mente, no puedo mejorar la salud o la moral, al igual que solo mantener en el pensamiento el imagen de una gran serpiente no puede ayudar a un artista a pintar un paisaje”.
Con los ojos abiertos a oportunidades para mejorar el ambiente más amplio de moralidad (para mirar y defender la honestidad más que obsesionar en la decepción, la confianza en vez de la desconfianza) evitamos ser unos observadores cínicos (o víctimas) de una cultura que conduce al engaño.
También enseñamos poniendo ejemplos que la gente puede y entiende el valor de la honestidad y las cualidades de los demás, y que está en nuestra naturaleza expresarlas, y es más saludable para nosotros cuando lo hacemos.
También hay un momento en que profundizamos. Nos preguntamos sobre la variedad completa de cualidades que expresamos (los atributos opuestos de lo bueno y lo malo que parecen formar quiénes somos. ¿No es poco realista pensar que los malos atributos pueden invertirse? ¿Es la tendencia a estirar la verdad, por ejemplo, un hábito tan real y permanente entre nosotros como la impulsión por decir la verdad?
Desde el estrecho terreno de la mente humana así lo parece. Pero desde una perspectiva mayor, desde el Principio fundacional y divino, vienen cualidades completamente buenas que pueden ser aceptadas de forma decisiva, y que de forma natural disuelve esos rasgos amorales e indiferentes. El egoísmo deja paso a la generosidad; una perspectiva demasiado crítica deja paso a la paciencia y a la compasión.
Nadie está desconectado de la fuente de las buenas cualidades. La honestidad, la compasión, y el compromiso permanecen intactos e innatos para ser aceptados y expresados por nosotros.
Cuando se nos revela esta realidad, nuestra perspectiva recibe una influencia favorable. El convencimiento de que es verdad tanto para otros como para nosotros crece. Ese convencimiento a su vez puede ayudar a despertar a la sociedad. Pone más peso colectivo en el pensamiento y el hacer adecuados.
Los titulares de hoy sugieren que podríamos usar mucho más de este despertar.