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¿Qué quiere el FEMINISMO? Una aproximación al movimiento feminista.


Las mujeres salimos a las calles, salimos a hablar organizadas en Movimientos Feministas, en pequeños pueblos, en grandes ciudades, en todo el mundo; nuestra región y nuestro país son un ejemplo de ello.

¿Por qué nos movilizamos? Porque queremos poner un límite a situaciones injustas que vienen dándose desde hace mucho tiempo atrás. Creemos que cualquier mujer sabe de lo que estamos hablando, porque a lo largo de nuestras vidas, todas vivimos situaciones injustas por el solo hecho de ser mujer. ¿Cuántas veces cocinaste para toda la familia y después lavaste los platos mientras los hombres hacían sobremesa tranquilos? ¿Cuántas veces tuviste que dar explicaciones que a tus pares varones no le pedían? ¿Cuántas veces no estuviste autorizada a hablar de algunos temas, aunque te gustaran o interesaran? ¿Cuántas veces tuviste miedo de volver a tu casa sola? ¿Cuántas, frente a un hombre?

Hoy hablamos de lo que no se hablaba o se hablaba a medias, tímidamente, de manera casi oculta. Nos encontramos en una etapa de deconstrucción social. Por “deconstrucción” entendemos “el desmontaje de un concepto o de una construcción intelectual por medio de su análisis, mostrando así contradicciones y ambigüedades”; es decir, un proceso por el cual podemos mirar de manera critica mecanismos de socialización, de convivencia, que estaban naturalizados. Ahora bien, cuando hechos, acciones o expresiones que antes parecían normales (piropos obscenos en la calle, discriminación laboral por ser mujer, frases misóginas o prejuiciosas hacia mujeres) empiezan a ponerse en cuestión, allí comienza el proceso de deconstrucción.

Estas acciones o frases socialmente aceptadas, no son proferidas solo por hombres sino también por mujeres; y seguramente en algún momento, no solo las escuchamos, sino que también las dijimos o las pensamos. Lo importante es que podamos detectarlas y saber que no son verdades absolutas, son construcciones sociales, aceptadas por repetición y que, si bien están presentes hasta el día de hoy, existen otras posibilidades de relacionarnos en sociedad. Ser parte de la deconstrucción de estos comportamientos es parte de lo que plantea el feminismo, entre otras cosas.

Aunque nos parezca absurdo, necesitamos aclarar que el feminismo NO odia a los hombres, no promueve ningún tipo de combate, no está en contra de los hombres ni tampoco quiere la supremacía de las mujeres. Es un movimiento que nace por y para igualar derechos, no solo en leyes sino en oportunidades a la hora de ejercer esos derechos. Es un movimiento que también entiende que no es lo mismo ser una mujer blanca, que indígena; de la ciudad, o de una zona rural; de clase media, o pobre; heterosexual o lesbiana. Sabemos que la desigualdad tiene muchas caras, una de ellas es ser hombre o mujer, pero además el estrato socioeconómico al que pertenecemos, la orientación sexual y el origen étnico marcan diferencias y oportunidades (o la falta de ellas) que nos hace conscientes de los distintos niveles de discriminación a los que estamos sujetas.

El feminismo es un movimiento pacífico que cuestiona los privilegios que han sido dados a los hombres y convoca a cuestionarlos, así como a cuestionar los roles que nos han sido impuestos y nos han tenido atrapados por milenios (tanto a hombres como mujeres); además, demanda una redistribución más justa y equitativa de los espacios de toma de decisiones. El feminismo como cualquier otro movimiento político es diverso. Tiene muchas voces y sus propias divergencias. Algunas más pacificas otras más radicales. El feminismo que proponemos es que todas las personas sean reconocidas y puedan desarrollarse libremente. Cuando hablamos de que todas las personas (mujeres, hombres, y disidencias LGBTI) sean reconocidas estamos hablando de “igualdad de género” es decir, no nos referimos solamente a los derechos de las mujeres nos referimos también a todo el arco de la diversidad sexual y a todas las identidades de género.

Por otra parte, este movimiento también reivindica a la familia como un espacio importante de amor y de cuidado recíproco, pero no comparte la idea de imponer el modelo heterosexual como el único posible. Es importante notar que esto NO significa ir en contra de la familia tradicional, sino estar a favor, proteger y reconocer a los demás modelos de familia que existen. Pensar en un solo tipo familiar (mamá, papá, hijo, hija) no solo es negar la existencia de familias monoparentales, homoparentales, transparentales sino también la existencia de familias que conocemos desde hace tiempo como las familias ensambladas, hogares en donde hijos e hijas están al cuidado de tíos o tías, abuelos, abuelas, etc. De manera similar, este tipo de prejuicios aparece cuando escuchamos que alguna mujer no quiere ser madre, desconociendo a la maternidad como derecho, deseo y decisión. Y porque sabemos que una maternidad deseada es una maternidad plena, amorosa y con consciencia es que desde el feminismo decimos “la maternidad será deseada o no será”.

La meta del feminismo es que las mujeres podamos ser protagonistas de nuestras propias vidas sin sufrir violencia, discriminación, maltrato físico o verbal por ser mujeres. Esto solo será posible si todas y todos nos comprometemos en el camino de aprender y desaprender lo que traemos internalizado desde hace siglos, solo será posible si estamos todas y todos en la deconstrucción de la que hablamos, para volver a construir con mayor diversidad, disidencia y respeto mutuo.

Fuente: Voces Feministas de Armstrong.