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Paz Interior. Por Eugenio Xifré.


Paz-interior-El diario Clarín de Buenos Aires, en su edición “online” del 12 de marzo de 2016, publicó un artículo bajo este título: “Unos 2000 argentinos, en la meditación más grande de la historia”, en el que explica que en Nueva Delhi se reunieron ese mes más de cuatro millones de personas de todas partes del planeta para participar en un festival de meditación por la paz, promocionado por la organización espiritual El Arte de Vivir.

Agrega el artículo de Clarín refiriéndose a ese encuentro: “es un hecho cultural y político que mete miedo por su magnitud: potente como una movilización a La Meca, descomunal y avasallante como la India misma. Hay devotos islámicos, católicos, budistas… abraza todas las religiones, no pide una entrega dogmática, ni renunciamiento alguno y por ahí, si se quiere, deambula la clave de su masividad.” Lo que intentan los participantes con su meditación es (según Clarín) “hacer del planeta un lugar con menos violencia y estrés” y “celebrar la paz y la vida.”

La realización de dicho encuentro revela el anhelo de muchas personas de todo el mundo por encontrar paz y serenidad que disipan la ansiedad, el temor, la angustia y la inseguridad, que parecen sobreabundar en nuestros días.

Analizando esa noticia comprendí con alegría que no es necesario trasladarse a ningún lugar del planeta para meditar, ni realizar ninguna sesión especial, porque cada uno de nosotros tiene acceso a su propio lugar de paz, es decir, su propia consciencia. Allí se puede escuchar ideas buenas, puras y nobles, que purifican nuestros anhelos y propósitos y nos llevan a descubrir nuestro verdadero potencial, nuestro ser espiritual, que siempre está en paz y armonía inmutables.

La paz profunda y genuina no proviene de un sitio en especial y no requiere necesariamente la compañía de otras personas. Generalmente se obtiene en forma más efectiva, cuando hay un sincero deseo de escuchar ideas buenas y elevadas, que fortalecen y conducen nuestro pensamiento — y por tanto nuestra vida— por caminos nuevos, alegres y luminosos.

La paz no se encuentra en un lugar físico, pues primero hay que vencer la inquietud interior para experimentar la paz.

Para logar la paz es importante entrenarnos día a día en la educación del pensamiento, la contención de los impulsos, temores, dudas y ansiedades; en el escuchar las ideas que provienen de Dios, la Mente divina. Podemos aprender que nuestro ser tiene una esencia y naturaleza espiritual, amable, saludable, perfecta y armoniosa.

La Biblia enseña cómo lograr la paz. Por ejemplo, el salmo 34: 8 dice: “Gustad y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él.” Isaías 26: 3 recomienda: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”. Cristo Jesús consoló a todos: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14: 27).

En esos versículos bíblicos vemos que para obtener la paz es necesario confiar en Dios. Muchas cosas del mundo se nos presentan que parece que nos quitan la paz y nos infunden temor. Pero Jesús nos dijo que la paz se obtiene por la confianza que elimina el temor. Mi estudio de la Biblia me hace pensar que Jesús obtenía su confianza de sus momentos de oración a Dios, en los cuales aprendía a conocer la voluntad de su Padre por las ideas puras y buenas que llegaban a su pensamiento. Esas ideas le daban serenidad y dominio y lo guiaban a comprender que nunca estaba solo o desamparado, sino siempre unido a Dios.

Por lo tanto, eso me hace pensar que Cristo Jesús enseñó que la desconfianza, la duda, el temor (y no las situaciones externas) son los enemigos de la paz. La espiritualidad, cómo él la enseñó, nos da un ejemplo de paz y dominio sobre todo el mal.

En mi vida diaria encuentro que a veces la inquietud, la ansiedad y la acumulación de tareas parecen quitar mi tranquilidad. Cuando la paz y el bienestar desaparecen, las situaciones que enfrento presentan complicaciones, dilaciones, etc.  Pero pronto reacciono y puedo retornar a mi fuente de tranquilidad, y al orar con más eficacia ¡mi pensamiento se llena de ideas que dan fortaleza! La serenidad, la inspiración, la alegría, la buena disposición de ánimo y la confianza van ocupando el pensamiento nuevamente y reconozco que nunca las perdí, sólo pareció que no estaban.

Puedo entonces nuevamente reconocer, con más firmeza, como parte íntegra y siempre presente de mi ser que expresa el bien de Dios. Así retomo con alegría y con nuevas perspectivas mis actividades, surgen ideas interesantes, inteligentes y útiles que me sostienen en todas las cosas que debo hacer diariamente.

La pensadora estadounidense Mary Baker Eddy escribió en su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La armonía en el hombre es tan real e inmortal como en la música. La discordia es irreal y mortal.”  Y también en la página: “Por medio de la Ciencia divina, el Espíritu, Dios, une la comprensión a la armonía eterna. El pensamiento calmo y exaltado, o la comprensión espiritual, está en paz.”

Comencemos a escuchar en el silencio de nuestra conciencia los acordes armoniosos de nuestro ser espiritual y comencemos a hacerlo hoy mismo, por nuestro bien y por el bien de todos.

 

Eugenio Xifré, como Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana escribe reflexiones sobre la espiritualidad y la vida. Email: uruguay@compub.org.

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