Recientemente, Starbucks Canadá puso en práctica lo que considera una inversión comercial inteligente en la salud mental de sus empleados. La cadena de cafés aumentó de manera considerable el subsidio para el tratamiento de la salud mental de sus empleados, el cual pasó a ser uno de los más elevados que se ofrecen en el país.
El argumento para hacer esta inversión se basa en el hecho de que los empleados de Starbucks pertenecen en su mayoría a la generación del milenio, conocida por los investigadores como la “Generación del estrés”.
Según la psicoterapeuta y autora Linda Esposito, en la era del acceso permanente a noticias y redes sociales, la salud mental de la generación del milenio “está en estado precario”. Ella se pregunta: ¿Qué hay detrás de las elevadas tasas de depresión y ansiedad? El estrés de obtener resultados académicos más allá de lo esperable, la sobrecarga de información y padres sobreprotectores son algunas de las claves. Más allá de las razones, Esposito dirige sus esfuerzos a elaborar estrategias de salud mental para la generación del milenio, para ahora y el futuro.
Respecto a las opciones de atención de la salud mental, es importante mantener abiertos el pensamiento y las opciones. El escenario médico siempre está cambiando. A muchas personas a veces les resulta difícil descifrar las cambiantes señales que se dan, por lo que están buscando una estrategia más confiable para su salud.
Según Pew Research, la generación del milenio quizás no sea tan religiosa como sus padres. Pero el mero hecho de que no vayan a la iglesia no significa que no estén buscando y abrazando prácticas que les hablan de su naturaleza espiritual –algunas de las cuales están vinculadas al Ser Divino y otras no– tales como la meditación, la gratitud y encuentros con la naturaleza.
En Canadá parece que personas de todas las edades están dejando de lado sus vínculos con las comunidades religiosas, pero al mismo tiempo, están buscando mejores formas de cuidar de su salud. Este hecho plantea una paradoja, pues muchas personas han hallado que comprender la conexión con nuestra naturaleza espiritual –nuestra verdadera relación con Dios– ¡es la llave que abre la puerta a un bienestar más permanente! Yo misma he comprobado que esto es así, basada en la práctica de la Ciencia Cristiana, y mi confianza en Dios se ha fortalecido gracias a las pruebas de Su cuidado que he tenido a través de los años.
En reconocimiento de la naturaleza mental y espiritual de la salud, algunas universidades de Canadá (donde la mayoría de los que viven allí pertenecen a la generación del milenio), incorporaron hace algunos años la curación por medio de la oración a sus planes de beneficios. Estos planes reembolsan el costo de los tratamientos dados por los que profesionalmente practican la Ciencia Cristiana y oran para ayudar a otros a hallar o recuperar su bienestar espiritual, mental y físico. Es un sistema de curación basado en el ejemplo que Jesús dio mediante sus propias palabras y obras, y que pidió a sus seguidores que siguieran.
Quizás investigadores y auspiciantes de planes se muestren escépticos respecto a la curación lograda únicamente mediante la oración, descartándola como hipotética y atribuyéndola a coincidencia, diagnóstico equivocado y efecto placebo. Sin embargo, lo que ocurre en el corazón, la mente y el espíritu de la persona sanada por medio de la oración (de lo cual puedo dar fe), es una experiencia que no puede desecharse en razón del escepticismo de los críticos.
¿Acaso no es lógico incorporar a cualquier plan para el cuidado de la salud un método, tal como la curación espiritual, que tiene un largo y continuo historial de casos probados, que demuestran claramente que la salud del paciente mejoró?
Mi propia experiencia así lo demuestra. Durante las últimas décadas de mi carrera como empleada, los planes de las empresas no incluían dichos beneficios. Sin embargo, a lo largo de los años no di prácticamente ningún parte de enfermo, ni generé ningún gasto de servicios biomédicos a las diferentes empresas para las que trabajé. La práctica de la Ciencia Cristiana me ha ayudado a vivir una vida continuamente saludable y satisfactoria, sin ser nunca una carga para ningún plan de salud. Y no soy la única. Numerosos miembros de mi familia y miembros de la iglesia pueden dar testimonio de lo mismo.
La curación espiritual, tal como la demostró Jesús, es a menudo desechada en esta era científica. No encaja dentro de los modelos actuales de atención biomédica. Pero al hacer lugar para un modelo diferente, un modelo basado en un Dios que es todo Amor y que nos ha creado a Su propia imagen, podemos experimentar un estado natural de buena salud. ¡Esto nos beneficia a todos!
Wendy Margolese
escribe para un blog comunitario de Metroland acerca de la relación entre el pensamiento, la espiritualidad y la salud. Integra el Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en Ontario, Canadá.