El dato es el resultado de los campamentos sanitarios que se vienen desarrollando desde 2010 en numerosas localidades.
La tasa de cáncer en el sur de la provincia de Santa Fe casi duplica el promedio de Argentina según relevamientos realizados en decenas de localidades desde 2010 a la fecha por equipos de profesionales de la cátedra de Salud Socioambiental de la Facultad de Medicina de la UNR.
La multiplicación de este tipo de patologías, así como la consolidación de otras enfermedades graves como el hipotiroidismo, está asociada a la exposición frecuente y reiterada en el tiempo a los cócteles de agroquímicos que utiliza de manera indiscriminada la industria agropecuaria.
Así lo detalló Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socioambiental de esa facultad y responsable académico de la materia Salud Socioambiental y de la práctica final de medicina, quien explicó que cuando se analizan los datos recabados en miles de entrevistas a pobladores de localidades de no más de 10 mil habitantes ubicadas en la zona núcleo agropecuaria, algunos datos sacuden los promedios estadísticos de salud: por ejemplo, entre las patologías crónicas encontraron el hipotiroidismo como segunda enfermedad más frecuente, incluso más que la diabetes, lo que contradice los registros de Argentina a nivel país.
Pero es en las consultas sobre cáncer donde aparecieron los datos más perturbadores: además de indagar sobre los casos de esa enfermedad aparecidos en cada familia durante los últimos 15 años, en las comunidades relevadas durante el año 2013 la tasa bruta de cáncer es de 397,4 por 100 mil habitantes, muy por encima de la media argentina que es 217 por 100 mil (según datos de 2012, los últimos oficiales) y casi tres veces más de lo estimado para el país por el Instituto Nacional del Cáncer a partir de los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que era —para 2012— de entre 172,3 y 242,9 casos por 100 mil habitantes.
«En la zona de expansión del modelo agroindustrial vemos otra forma de enfermar y morir»
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Expuestas. «En las localidades que hemos recorrido, ubicadas en zona de expansión del modelo agroindustrial químico dependiente, hemos visto una transformación en la manera de enfermarse y morir de la gente que puede estar asociada a la exposición a algunas de las químicas que se están usando en esos territorios», dijo el médico, quien aclaró que si bien es imposible afirmar que esa química es la que genera estos problemas de salud, sí puede afirmarse que «en los territorios donde vive gente que está siendo afectada y expuesta a estos tipos de sustancias se multiplicaron determinados problemas de salud».
Entre las enfermedades que han proliferado en los últimos 25 años aparecen el cáncer, hipotiroidismos y trastornos endócrinos muy importantes, trastornos neurológicos como Parkinson y Alzheimer, daños renales e insuficiencias hepáticas.
Hasta agosto pasado los equipos de esa cátedra de Medicina llevaban encuestadas 87.382 personas, correspondiente al 63 por ciento del total de las poblaciones encuestadas en 25 campamentos en cuatro provincias (sur de Santa Fe, este de Córdoba, oeste de Entre Ríos y norte de Buenos Aires) realizados desde diciembre de 2010 hasta marzo de 2016.
«En cáncer, Argentina está dentro de lo esperado por la OMS, pero nosotros acá no. Esto nos llama la atención, como también el hipotiroidismo como segunda enfermedad mas frecuente», señaló. Pero además, cuando analizaron el total de causas de fallecimiento las neoplasias prácticamente igualan a las enfermedades cardiovasculares «en un país donde la enfermedad cardiovascular es la que más muertes se lleva». El médico agregó que «la gente se muere tanto por problemas cardíacos como por cáncer en esta zona, lo cuál no se verifica en el resto de Argentina».
«No podemos afirmar que los químicos generan estos problemas, pero sí que hay coincidencias»
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Curva ascendente. Verzeñassi detalló que cuando analizaron los diagnósticos de cáncer en una agrupación por trienio se encontraron con una curva «claramente ascendente y ni siquiera lineal, sino que exponencial», algo preocupante «porque no es lo que pasa a nivel mundial, donde el cáncer está disminuyendo».
En el análisis de las encuestas encontraron otro dato llamativo: sobre 10.700 niños evaluados entre 2014 y 2016 existe un 22 por ciento cerca del sobrepeso, y un 13 por ciento diagnosticado con sobrepeso, con un 4 por ciento de obesos.
«Esto significa que el 39 por ciento de nuestros niños están mal, y teniendo en cuenta que se usó una metodología más antigua. Si usamos los nuevos parámetros de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), nos da un 44 por ciento. O sea que vimos algo que nos preocupaba, corregimos los parámetros pensando que el problema podía estar ahí y en realidad encontramos algo peor aún».
Denominador común. Como se enseña en la escuela primaria, a veces existe un «denominador común» a la hora de hacer números finos. Desde la cátedra de Salud Socioambiental, ante los resultados que se repetían una y otra vez en los pueblos del sur santafesino se preguntaron qué tenían en común esas localidad que pudiera explicar el patrón de enfermedades encontrado.
«Siempre preguntamos a cuántos metros del lugar donde se fumiga vive la gente para tener una referencia: el 80 por ciento de los entrevistados vive a menos de 1.000 metros de las áreas fumigadas», dijo Verzeñassi.
Entonces. ¿Qué hay en común? ¿Cuál es el elemento determinante? Si bien la relación de causa y efecto en medicina no existe, los médicos comenzaron a preguntarse si siempre había pasado lo mismo, o si se trataba de un fenómeno reciente.
«El 80 por ciento de los entrevistados vive a menos de mil metros de las áreas fumigadas con agrotóxicos»
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Cuando comenzaron a analizar las líneas de tiempo de forma retrospectiva encontraron un punto de quiebre: los relatos sobre enfermedades ocurridas desde mediados de los años 90 en adelante coinciden con los tiempos que deben transcurrir entre la exposición a determinadas sustancias tóxicas y el desarrollo de determinados problemas de salud, sobre todo neoplasias y enfermedades endócrinas donde la relación aparece «casi como si fuera una imagen de libro».
«Cuando analizamos cuándo se empiezan a dar los procesos de transformación del perfil de morbilidad, o sea cuando empiezan a aparecer las nuevas enfermedades, la mayor cantidad de abortos espontáneos, las malformaciones y los cánceres coincide con los tiempos de exposición a determinadas sustancias químicas».
El médico explicó que según la literatura científica, para que se expresen síntomas de neoplasias a partir de la exposición a sustancias dañinas como las que se usan en los procesos agroindustriales tienen que pasar entre 15 y 20 años.
«Es lo que estamos viendo, el pico que estamos teniendo de estas enfermedades está ubicado en esa etapa, a partir del 96. No es que antes no había agrotóxicos, claro que había, pero el volumen se incrementó entre el 95 y el 2014 en un 848 por ciento, y el territorio sobre el cual se utilizó ese 848 por ciento más de agrotóxicos fue solamente un 50 por ciento más que el original», lanzó Verseñazzi, quien señaló que además «esto no está siendo advertido ni analizado porque no tenemos un sistema de registros en el campo de la salud que estén preparados para hacer estas asociaciones y poder registrarlas».
Aparece un problema «absolutamente silenciado» que refleja en realidad varios problemas en simultáneo: la falta de registros, la no advertencia de la problemática de salud, la inexistencia de políticas a partir de la información certera, y el avance de un modelo de producción que es concomitante al avance en la transformación de la forma de enfermarse y morir de la gente hacia patrones mucho mas graves y complejos que los que había antes.
Los puntos flacos del trabajo
Para Verzeñassi la mayor flaqueza del trabajo de campo es que no hay resultados de los campamentos publicados en revistas científicas, ante la imposibilidad de firmarlos con los nombres de los centenares de personas que participan, entre docentes y estudiantes.
Esta decisión de algún modo perjudica a las comunidades, que no pueden usar los resultados de los campamentos para causas judiciales ni en una discusión con otros actores «porque les dicen que no está publicado y que como tal no es ciencia». Sin embargo, los datos de los trabajos son oficiales e institucionales: «son trabajos de análisis de perfiles de morbimortalidad de las comunidades que siguen todas las pautas técnicas y metodológicas», dijo.
Un relevamiento que ya incluyó a 26 localidades
Las encuestas se realizan durante los campamentos sanitarios organizados por la Facultad de Medicina, que funcionan como el dispositivo de evaluación final de los estudiantes de esa carrera. Es una práctica que llevan adelante todos los estudiantes desde 2011, ya que es la evaluación final.
Hasta agosto pasado se hicieron 26 campamentos en localidades de alrededor de 10 mil habitantes de la zona agrícola más importante del país. El listado incluye: Santa Isabel, en diciembre de 2010; Murphy, María Teresa, San Gregorio, Villa Cañás y Bovril (Entre Ríos), durante 2011; Bouquet, María Susana, Wheelwright, Totoras, Elortondo y Hughes, en 2012; Bigand, Arias (Córdoba), Cañada Rosquín y La Emilia, en 2013; Acebal, Alcorta, Ibarlucea y Chabás, en 2014; María Juana, San Genaro, Villa Ana y Fighiera, el año pasado; y Luis Palacios y Basabilvaso (Entre Ríos), hasta agosto de este año 2016.
La metodología es siempre la misma: son las comunidades las que solicitan el desembarco de los aspirantes a médicos, a veces por iniciativa de los jefes comunales o intendentes y otras veces por la propia gente. «Son las comunidades las que nos contactan y se firma un convenio entre la localidad y el decano de la facultad. Es algo institucional», explicó Verzeñassi.
Fuente: Jorgelina Hiba / La Capital