Hablemos de “sexualidad” Por: Andy Vega.


A la hora de hablar sobre “sexualidad” la gente tiende a relacionarlo de forma inmediata con las relaciones sexuales, métodos anticonceptivos y nada más, pero… ¿es solo eso?, ¿se trata simplemente de hablar sobre cómo colocar un preservativo?, una de las preguntas más importantes que deberíamos hacernos al hablar sobre este tema es… “¿Por qué es importante hablar de sexualidad?”

Esto es mucho más que eso, representa: nuestras emociones, nuestros comportamientos y además nos permite conocernos mejor. Es nuestra expresión , engloba todo lo que nos haga ser distintivos de otras personas, es necesario tener conocimiento sobre ella para lograr entender algunos comportamientos y desarrollos tanto físicos como emocionales y de esta forma permitirnos disfrutarla de forma responsable.

La sexualidad y los adolescentes:

La sexualidad se encuentra presente en todas las etapas de nuestra vida, desde nuestra infancia hasta en nuestra vejez, es algo completamente fundamental, comienza a tomar fuerza en nuestra adolescencia esto debido a que en esta etapa comenzamos a descubrirnos y a experimentar con nosotros mismos.

La normalización de la misma en los adolescentes es importante (al igual que en personas adultas y más), esto podría ser beneficioso ya que romperíamos con una especie de “censura” impuesta por ideologías machistas, homofóbicas e ignorantes. A día de hoy es “normal” ver a celebridades expresar su sexualidad (no necesariamente relacionado a la orientación sexual) mediante sus vestimentas, esto se ve mayormente en la industria musical debido a que se obtiene una gran audiencia e influencia en nuestra sociedad, haciendo visible esta forma de expresión y comenzando a disminuir esta “censura” , pero esto a su vez provocó una gran confusión y logró visibilizar un problema, la diferencia entre “expresar tu sexualidad” y ser “sexualizado/a”, esta problemática estuvo presente desde el inicio de las grandes industrias, no es algo que haya aparecido sin motivo alguno, simplemente siempre estuvo ahí pero debido a nuestra mentalidad “cerrada” (la cual normalizaba la sexualización) nunca lo vimos como un problema.

Considero que es importante expresar nuestra sexualidad y disfrutar de esta ya que muchas problemáticas sociales irían en descenso (entre ellas la “masculinidad frágil”), es un término usado para referirse a esos hombres que tienen ideologías machistas, homofóbicas y complejos de superioridad (pensamientos que actualmente son parte de grandes censuras) a todo lo que no cumpla con el estereotipo de “masculino”, se normalizaría el hecho de que no hay una sola forma de “masculinidad”, mas bien, existen varias y eso no debería de ser un problema, lo mismo pasa con los estereotipos hacía lo “femenino” (también impuesto por estereotipos generados por hombres).

Es importante tocar estos temas ya que es normal que al entrar en la adolescencia aparezcan muchas dudas y preocupaciones, lo más común es dudar respecto a nuestra orientación sexual y en ocasiones no tener donde apoyarnos puede ser un poco sofocante y frustrante, especialmente en pueblos o ciudades pequeñas donde las personas no son tan abiertas y los pensamientos se ven limitados (Ciudades como Armstrong, donde no hay muchos lugares o personas que se dediquen a hablar de estos temas o donde los jóvenes puedan plasmar sus preocupaciones y dudas.)

Y aquí es cuando aparece otra problemática…

El miedo y los jóvenes:

Uno de los mayores problemas de vivir en un lugar donde la gente no es abierta es la poca libertad de expresión que hay, y en caso de hacerlo las “consecuencias” las cuales no siempre vienen por parte de gente adulta, más bien…muchas veces son los mismos adolescentes quienes se encargan de excluir a un grupo determinado de personas basándose en que “no actúan como los demás” por lo que todos prefieren encajar ya que en una sociedad conformada por personas con una mentalidad cerrada, no vemos otra alternativa (las hay, pero podría ser un proceso pesado en el cual, la persona que decida salirse de lo “común” la pasaría mal, rechazo social, pérdida de amigos, rechazo familiar), bullying, acoso escolar, entre otras variantes.

Si bien, esto no es algo que ocurra en todos los casos, la mayoría de veces es algo que está presente y el poco apoyo y contención hace que esto se vuelva “pesado”.

Poder expresar nuestra sexualidad (al igual que opiniones y demás) parece algo imposible en ambientes cerrados, y los pocos que eligen hacerlo ponen muchas cosas en juego pero esto muchas veces no da frutos, por lo que se terminan ligando a esta censura impuesta por el miedo.

Pero, ¿qué clase de miedo es este?, ¿es igual que el miedo que todos tuvimos a un payaso o lo que se puede encontrar debajo de nuestra cama?, podríamos decir que sí y no. Este temor puede ser por lejos peor que nuestros temores de la infancia, por un lado tenemos al victimario y por otro tenemos a la Víctima, el punto en común de ambos es que son un producto de un temor o miedo, pero lo que cambia es el poder e influencia que uno tiene sobre otro (lo cual puede ser contradictorio ya que si nos lo planteamos, los victimarios son productos de su propia censura y actúan en base a la influencia del miedo).

El miedo impuesto tanto a las víctima como a los victimarios es fruto de una sociedad cerrada que aún en tiempos actuales prefiere vivir en la ignorancia y estereotipos, una larga lista que dicta como debería ser un heterosexual, una persona homosexual (LGBTIQ+), un hombre, una mujer, qué hacer y cuando hacerlo, en la que todos somos participe de esto solo para poder encajar, al igual que el mal concepto que hay sobre “La inclusión”. Si seguimos en una sociedad donde la gente no tolera lo nuevo y no están abiertos a los cambios nunca lograremos erradicar las problemáticas sociales que hoy nos dominan, nunca lograremos sentirnos a gusto con nosotros mismos y viviremos en un mundo superficial lleno de hipocresía.

Pero las consecuencias no recaerán solo en nosotros, también recaerán en las futuras generaciones quienes estarán condenados a vivir en esta censura y obligados a ver como la historia se repite una y otra vez.

Fuente: Andy Vega. 17 años.