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El Nunca Más Cañadense…Aca tambien pasó… Por Pablo Di Tomaso.


isabel-matinezEn homenaje a mis dos entrañables

amigos Chicharra y Cabeco, que sufrieron

en carne propia estas atrocidades.

Y en memoria de mi abuela, que fue una madre de

un hijo secuestrado y torturado por la dictadura cívico-militar.

 

Por primera vez en la historia de la región se publicará un trabajo sobre de lo ocurrido en la dictadura cívico-militar en la ciudad de Cañada de Gómez. Recordemos que el pasado 24 de marzo del 2016, la Municipalidad de Cañada de Gómez presentó un audiovisual con los relatos de las víctimas cañadenses, un trabajo realizado por el Área de Comunicación Social en conjunto con el Museo Histórico Municipal. Hoy el equipo de dicha entidad, dirigido por quién esto suscribe, ha trascripto la totalidad de los testimonios, sumando datos que enriquecerán este escrito, lo que seguramente será una larga historia que nos llevará muchas semanas compartirla junto a ustedes en este espacio que nos brinda Estrella de la Mañana todos los sábados.

 

Porque decidí ponerle a esta historia ese título, quizás porque de esa manera los cañadenses entendamos que entre 1976 y 1983 acá también pasaron cosas, y que esas cosas se trató de ocultar desinformando a la sociedad, ocultando documentaciones y dejando un vacío en los archivos históricos que no fue casualidad. Durante estas crónicas dejaremos plasmado para la eternidad los testimonios en primera persona de muchos vecinos que sufrieron la persecución, el secuestro y las torturas por parte del Estado en la última dictadura cívico-militar. Primeramente haré un repaso del contexto político en el país en los tiempos previos al golpe, vamos a compartir el contexto local, cómo fueron las últimas horas del gobierno de Albertengo, la vida social, el accionar de la policía, los civiles que ayudaron a los dictadores a llevar adelante ese nefasto gobierno y el accionar de las fuerzas vivas. Finalmente, compartiremos cada uno de los testimonios con los que contamos, que serán un documento único donde todo los cañadenses descubrirá historias hasta ahora desconocidas. Seré respetuoso de cada palabra dicha por las víctimas, de sus silencios y de sus secretos. Por eso, uno de los testimonios será con un pseudónimo, ya que la víctima por decisión propia, la cual respetamos y entendemos, no ha querido en estos tiempos contar su triste experiencia; para eso utilizaremos su declaración en la causa Feced realizada en el juicio contra ese represor en la ciudad de Rosario.

 

Pero empecemos a recordar los primeros años de la democracia y el surgimiento del Nunca Más. Esta denominación utilizada para repudiar el terrorismo de Estado tiene su origen en el repudio por las atrocidades nazis en el Gueto de Varsovia y fue propuesta por Marshall Meyer y también fue utilizada en el país hermano de Brasil con el nombre  Brasil: Nunca Mais. El informe argentino surge de los trabajos realizados por la CONADEP, Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, creada el 15 de diciembre de 1983 por el presidente Raúl Alfonsín, donde en sus Memorias, el padre de la democracia expresa que

 

«La Conaped se creó como parte de la política de Estado instituida para esclarecer el pasado violento de la Argentina. Fue, además, la repuesta específica del gobierno a los reclamos de constituir, con el mismo fin, una comisión parlamentaria bicameral. Ése era el planteo de muchos dirigentes de los organismos de derechos humanos y de algunos partidos políticos que pensaban que sólo una comisión de ese tipo podía llevar adelante la tarea, munida de poderes especiales. La propuesta se descartó porque estábamos convencidos de no era la solución que el problema requería. Era fácil prever que una comisión bicameral podía verse envuelta en manejos políticos, tener dificultades para llegar a acuerdos efectivos en cuanto a la materialización de los objetivos perseguidos, entrar en conflicto con el Poder Judicial y, en definitiva, fracasar con el cumplimiento de la misión.»[1]

 

Sobre los integrantes de la Comisión, Alfonsín explica la elección de los mismos…

 

«La elección de los miembros no fue fácil. Se requería constituir un grupo que estuviera formado por personas sin tacha en su compromiso con la defensa de la democracia y los derechos humanos(…) Prácticamente, todas las personas incluidas en la lista original aceptaron el ofrecimiento y estuvieron dispuestas a iniciar de inmediato la difícil tarea. La única excepción fue Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, que rechazó la invitación alegando no compartir la política del gobierno en la materia. Los miembros de la Conadep fueron Ricardo Colombres (jurista, ex miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación), René Favaloro (eminente médico cirujano), Hilario Fernández Long (ingeniero, rector de la UBA destituido por el golpe militar de 1966), Carlos Gattinoni (obispo metodista protestante), Gregorio Klimovsky (filosofo, cientifico, renunciante a sus cátedras universitarias en 1966), Marshall Mayer (rabino), Jaime de Nevares (obispo católico), Eduardo Rabossi (filosofo, jurista, renunciante a sus cátedras universitarias en 1966), Magdalena Ruiz Guiñazú (periodista) y el escritor Ernesto Sabato, a quién los miembros eligieron presidir la Comisión. Se invitó también a las cámaras de Diputados y Senadores (…) El Senado con mayoría justicialista, nunca envió a los tres miembros. En la cámara de Diputados ninguno de los legisladores de los partidos representados aceptó el cargo, con excepción de la Unión Cívica Radical. En definitiva concurrieron los diputados radicales Santiago López, Hugo Piucill y Horacio Huarte. Sus secretarios fueron Raúl Aragón, Graciela Fernández Meijide, Alberto Mansur, Daniel Salvador y Leopoldo Silgueira.»[2]

 

El 20 de septiembre de 1984, la Comisión entregó en Casa de Gobierno al presidente Alfonsín el informe final de su investigación, donde la misma repudia el terrorismo en general pero que su misión no es la de investigar sus crímenes sino estrictamente la suerte de los desaparecidos, llegando a la conclusión de que la desaparición de personas existió, que no fueron casos aislados, y que por lo menos hasta esa fecha hubo 8961 desaparecidos. Cifra que aún hoy en día sigue en discusión pero, a raíz de investigaciones realizadas posteriormente y de apariciones de nuevos testimonios se acerca a los 30.000 personas desaparecidas, cifra que defienden y defiendo particularmente, todos los organismos de derechos humanos del país y del extranjero. Ese día, Ernesto Sabato, manifestó que «en nombre de la seguridad nacional miles de ciudadanos fueron secuestrados y pasaron a formar parte de una categoría fantasmal: los desaparecidos. Desde el momento del secuestro la víctima perdía todos los derechos, se la privaba de toda comunicación con el exterior, se veía sometida a suplicios infernales y a sus familiares se les negaba que estuviera encarcelada.»[3] Ese informe también sirvió para el histórico Juicio a las Juntas que condenó a los responsables del genocidio perpetrado en Argentina durante esos siete años y fue leído por millones de personas en el mundo.

 

 

 

 

CONTEXTO NACIONAL, LA CAÍDA DE ISABEL

 

El sueño de pacificación que se había iniciado aquel 17 de noviembre de 1972 cuando Juan Domingo Perón regresa después de casi dieciocho años de exilio, sumado al abrazo, días después, con el líder radical Ricardo Balbín, se vio interrumpido ese 1º de julio de 1974 cuando, anciano y cansado, muere el presidente Perón dejando en manos el poder en su vicepresidente, y también esposa, María Estela Martínez más conocida como Isabelita. La crisis económica, la triple A con López Rega y su afán de eliminar el avance de la izquierda en el país. En materia económica el lopezrreguismo se planteó someter al Ministro de Economía José Ber Gelbard, quién a pesar de durar en su cargo fue reemplazado por Gómez Morales, quién renuncia a comienzos de 1975 por el agravamiento de la situación económica siendo sustituido por Celestino Rodríguez, el recordado autor del Rodrigazo, donde las  medidas incluyeron una devaluación superior al 100%, el aumento de los precios del combustible del 175%, de las tarifas eléctricas el 75% y de otros servicios públicos. Fueron desplazados dirigentes como Tosco del gremio metalúrgico, Salamanca de los mecánicos y Óngaro del gremio gráfico. Las medidas tomadas por el nuevo ministro, generaron muchas protestas obreras ya que el ministro se negaba a dar aumentos superiores al 38%, por lo que la CGT anunció un plan de lucha consistente en huelgas generales, movilizaciones y reclamos salariales exorbitantes para desestabilizar al gobierno. El plan resultó exitoso y precipitó la caída de López Rega, quién fue destituido en julio de 1975. La presidente aceptó los aumentos salariales y ratificó las paritarias. La Cámara de Senadores nombró presidente del cuerpo a Italo A. Luder, con esta designación el titular de la Cámara de diputados, Raúl Lastri, yerno del Brujo, perdía su puesto en la sucesión presidencial. Rodrigo fue sucedido en economía por Antonio Cafiero quién tampoco consiguió mejorar la situación económica del país.[4] En este contexto, el radicalismo propone a través de Balbín conformar un gobierno de unidad nacional. La propuesta es rechazada por el justicialismo y se incrementa el clima golpista. A mediados de marzo de 1976, y frente a la gravedad de las circunstancias, Ricardo Balbín, como líder de la oposición, se dirige al país por la cadena nacional de radio y televisión, donde expresa que «algunos suponen que yo he venido a dar soluciones y no las tengo. Pero la hay. La unión de los argentinos para el futuro de los argentinos». Y parafraseando a Almafuerte concluyó, «Todos los incurables tienen cura cinco minutos antes de la muerte.»[5] Pero quizás, en esa manotazo de ahogado que se les dio a los partidos políticos de expresarse ante la grave situación que vivía el país, sea el discurso de Oscar Allende el más contundente al decir que «señalo al paso que todos los gobiernos militares que nos rodean más allá de las fronteras, son gobiernos aliados con las corporaciones multinacionales y con la filosofía y la práctica de la dependencia. Y recuerdo que desde una alta tribuna militar un teniente general sostuvo, no hace mucho, que cada vez que los militares toman el poder en la Argentina resulta que no solucionan ningún problema y agravan los existentes. Hablo en nombre del Partido Intransigente, el que ha crecido con mayor ímpetu y envergadura ideológica en el último tiempo. Hay que levantar al país. Podemos y debemos.» Finalmente, Balbín, el día del golpe expresó que «cualquiera sean las circunstancias, que el pueblo mantenga su serenidad. No todo se pierde, ni todo se gana. El pueblo es lo fundamental, creo que tienen que vivir en paz y la tienen que buscar. De modo tal, que lo único que yo pido como una circunstancia en esta emergencia de la que todos hablamos es que estemos serenos y tranquilos esperando los acontecimientos para que no tengamos más desgracias». Quizás Balbín y el resto de los dirigentes desconocían lo que venía, el atroz genocidio comandado desde el aparato estatal que dejó 30.000 desaparecidos, millones de exiliados y un país en quiebra.

 

«En posición de firma y uniformado, acomodando los huesos en un movimiento breve y rápido para renovar esa postura con la que esperaba, vertical y solo, nada ni nadie en un rincón del casino de oficiales del Colegio Militar de la Nación, Videla, general de brigada y jefe del Estado Mayor General, celebró el nuevo aniversario del Ejército… Era el 29 de mayo de 1975. La onda expansiva que había volteado a su jefe, el comandante general Leandro Enrique Amaya, lo había alcanzado también a él y en un momento inoportuno: con el secretario general del Ejército, general de brigada Roberto Eduardo Viola, habían comenzado a diagramar el golpe que darían diez meses más tarde. Nadie prestaba atención a Videla y esa situación no parecía incomodarlo.»[6]

 

Las fichas ya estaban jugadas hace tiempo, faltaba muy poco tiempo para las elecciones donde se respiraba una derrota del oficialismo. Los grupos económicos, algunos partidos de la oposición, la Sociedad Rural Argentina, los medios de comunicación como Clarín y La Nación, la cúpula de la Iglesia Católica y el Ejército estaban convencidos que el Golpe era la solución. Para el establishment era la oportunidad de rifar al país financieramente, para la Curia la posibilidad de frenar a la izquierda y para algunos partidos políticos era la ocasión, nuevamente, de volver a la escena política. En cambio el Ejército tenía planeado algo más, para muestra sólo quedar recordar la frase de Ibérico Saint-Jean, gobernador de Buenos Aires durante la dictadura entre los años 1976 y 1981 cuando manifestó que «primero mataremos a los subversivos, después a sus cómplices, después a sus amigos, después a sus familiares, después a los indiferentes y por último a los tímidos», el futuro del país y de millones de argentinos ya estaba en vilo.

 

El día 23 de marzo fue una jornada de muchas e intensas reuniones, el entonces ministro de defensa José Deheza tenía la orden de ceder en todo con las Fuerzas Armadas menos en la renuncia de Isabel. A la noche, cerca de las 21, ingresa a Casa Rosada donde le informa a la presidenta que al día siguiente seguiría las conversaciones con los comandantes del ejército. A las 00.45 del día 24, Isabel y su secretario privado Julio González se dirigen hacia el helicóptero que se encontraba sobre la sede gubernamental, toman vuelo pero en vez de dirigirse hacia la Residencia de Olivos toman camino hacia el Río de la Plata. Es en ese instante, le comunican que debían aterrizar en el Aeroparque Jorge Newbery porque el helicóptero tenía un desperfecto y que desde allí se iban a dirigir en automóvil hacia Olivos. En la pista de aterrizaje Isabel es informada que se encuentra detenida y que su gobierno había sido derrocado. Este mismo acto se realizó en todas las gobernaciones del país, donde los militares con la colaboración de civiles, tomaron el poder de todas las casas de gobierno provinciales. Las Fuerzas Armadas ya tenían el mando, se iniciaba una larga noche de muertes, torturas y dolor.

 

Desde el 24 hasta el 29 de marzo, la Junta Militar encabezada por Videla, Massera y Agosti vivió tiempos de internas castrenses. Por un lado el ala liberal encabezada por el primero y por el otro la Marina, a cargo de Massera, con tinte exclusivamente antiperonista y salvaje. Ese 29, por la mañana, asume ante la Junta Jorge Rafael Videla la presidencia de la nación, habían triunfado los liberales. El reparto del poder fue en tres tercios para cada sector militar dejando al ministro de Economía para el sector civil, siendo el elegido José Martínez de Hoz, descendiente del fundador de la Sociedad Rural Argentina y de los financistas de la Campaña del Desierto de Roca. Las primeras medidas económicas de Joe, como le decían al ministro sus amigos, fueron la suspensión de las paritarias, congelamiento del salario, finalización del control de precios, del proteccionismo a la industria nacional y la quita de las retenciones a las exportaciones agropecuarias, bajar la inflación tomando deuda y frenando la emisión monetaria. Achicar el Estado para agrandar la Nación era el lema. Un modelo que lamentablemente vuelve a repetirse a partir del 2015 con la llegada al poder de la derecha con Mauricio Macri, quién incluyó en su equipo de gobierno a muchos descendientes de los integrantes de la dictadura cívico militar de entonces. Videla gobernó hasta marzo de 1981, previamente un par de años antes, se sacó a su archirival Emilio Massera como integrante de la Junta, su reemplazante fue Roberto Viola, otro liberal afín a las ideas de Videla pero su etapa dictatorial apenas duró hasta diciembre cuando es destituído por Leopoldo Fortunato Galtieri. Este último, después de la derrota en Malvinas fue reemplazado por Reinaldo Bignone, quién convoca a elecciones para 1983. Ya que el fin de este relato es hacer hincapié en lo sucedido en Cañada de Gómez, termina aquí el repaso de lo ocurrido a nivel nacional. Para finalizar este capítulo es preciso citar al dictador Videla cuando en un reportaje realizado por el escrito pro militar Ceferino Reato expresó que no estoy arrepentido de nada, duermo muy tranquilo todas las noches; tengo sí un peso en el alma, pero no estoy arrepentido ni ese peso me saca el sueño…

 

 

LA MARCHA MILITAR SUENA EN LOS PUEBLOS DEL INTERIOR

 

Durante los primeros siete u ocho meses del gobierno de Videla, la mayoría de las provincias fueron intervenidas militarmente y a posteriori ocupados sus cargos en forma efectiva de acuerdo al reparto de poder que se había diseñado en la Junta Militar. En el caso de Santa Fe, le toca a la Marina elegir al gobernador de facto, desde el 24 de marzo hasta el 19 de abril, interinamente el Coronal José María González fue el interventor quién fue reemplazado por el Vicealmirante (R) Jorge Desimoni, ocupando la intervención hasta 1981. Cabe agregar que Desimoni fue quién más tiempo duró en el cargo ya que a partir de la salida de Videla, fueron recambiados por varios motivos los interventores santafesinos, siendo ellos Contralmirante Carmelo Luchetta y dos civiles Roberto E. Casís y Héctor Salvi hasta la llegada de la democracia en diciembre de 1983.

 

Sobre lo ocurrido en la provincia de Santa Fe, Miguel Ángel De Marco (h) en su obra biográfica del dos veces gobernador Carlos Sylvestre Begnis, desscribe como fue el momento de la destitución del estadista santafesino

 

«A las 23.30 del martes 23 de marzo de 1976, el gobernador recibió en su residencia, situada en los altos del Banco Provincial, la visita del coronel José María González, el jefe de la Guarnición Santa Fe quién le dijo: Vengo a avisarle que la provincia va a ser intervenida y que yo voy a ser el interventor. En razón del respeto que le tengo se lo quería decir personalmente. También le explicó que las Fuerzas Armadas habían depuesto a la presidenta Isabel Perón y a los demás gobernadores de provincia, y que él por lo tanto también debía entregar el gobierno. Se pautó que fuera a la 1 de la madrugada.

 

»Sylvestre Begnis despidió al militar y se dirigió al departamento que en la misma planta albergaba al ministro Quilici y Jarma. Golpeó fuerte la puerta y exclamó: Levántense, tenemos que ir a la Casa de Gobierno para traspasar el mando(…)»[7]

 

La participación civil, a través de los partidos políticos fue fundamental en el desarrollo de la Dictadura. Pacho O’Donnell bien lo detallada en una publicación suya en el matutino Página 12, el 21 de abril del 2012, cuando detalla que «los políticos civiles también colaboraron haciéndose cargo de 794 intendencias a lo largo y a lo ancho del país: Unión Cívica Radical: 310, Partido Justicialista: 169, Partido Demócrata Progresista: 109, Movimiento de Integración y Desarrollo: 94, Fuerza Federalista Popular: 78, otros partidos: 44.»[8] Entre las 94 intendencias puestas al M.I.D. encontramos la de Cañada de Gómez, que fue ocupada por Gerardo Cabezudo y que detallaremos posteriormente.

 

El derrocamiento del intendente cañadense Jorge Omar Albertengo, fue muy similar al ocurrido con el gobernador Sylvetre Begnis. El entonces jefe municipal, primero elegido por el voto universal de hombres y mujeres, se quedó en la más absoluta soledad esa mañana del 24 cuando fue anoticiado de su destitución. Y gracias a su postura frente a los castrenses, evitó que sucedieran actos de violencia en el municipio. En una entrevista realizada por Mario Chiappino, en el año 2015, Quique Albertengo recordó aquella jornada de la siguiente manera

 

«El día del golpe de estado del 24 de marzo de 1976 no había nadie, todo el mundo asustado. A las 5.30 de la mañana me llamaron del teléfono desde el Estado avisándome del golpe, así que yo a las 6.30 ya estaba en la Municipalidad, me fui para allá a ver qué pasaba, pero estaban parte de los empleados y yo, nadie más. En ese momento, no sé si habrá sido el susto o que se yo, yo pase por la policía y ni me di cuenta que estaban los camiones del Ejército. Así que estaba en la Municipalidad y cayo Tomasini el que era policía, y yo estaba sentado arriba de la mesa en la secretaria y me dice Quique venía a preguntar si estabas. Le contesto, bueno ya me viste que vas a hacer. El tipo se vuelva hacia allá para avisarle a la policía, pero antes me dice van a venir a la Municipalidad, ¿vos que vas a hacer?,  a lo que le respondí yo no hago nada, yo me quedo acá. A los veinte minutos, media hora,  vino Morresi y me llamo la atención porque con él vino un periodista, que decían que era de la SIDE yo no le dije nada ni lo hice pasar para nada. Posteriormente viene Boido que era el Ordenanza y me dice al oído, han puesto soldados en las puertas de la Municipalidad. Entonces entramos al despacho mío con el Teniente Coronel, por eso te digo esas cosas de coraje que te pueden salir bien o mal y le digo Teniente Coronel le pido que me saque los soldados mientras yo este de intendente, yo a las 10.30 de la mañana me voy, me voy después que entregue el estado de las cuentas de la Municipalidad y llegue el Escribano, Martínez que estaba en Santa Fe que tenía que venir a firmar el acta, así que me dijo Albertengo no tengo ningún inconveniente[9]

 

Desde ese día hasta octubre del mismo año el Teco Morresi gobernó con el arma arriba de su escritorio la ciudad. En su gobierno colaboraron algunos integrantes del gobierno saliente, que sorpresivamente quedaron en el municipio y siguieron durante gran parte de la dictadura cívico militar en la ciudad. Si hubo traiciones hacia el ex intendente, si hubo algunos personajes que jugaron a dos puntas, si actuaron como botones de los milicos, sólo ellos lo saben y el tiempo quizás algún día nos brinde la verdad.

 

Una vez realizada el acta de traspaso Jorge Omar Albertengo se dirigió a su casa, quedando al mando del Departamento Ejecutivo el Teniente Coronel César Moressi. Los integrantes del Concejo Deliberante fueron automáticamente destituidos de sus cargos y el recinto fue cerrado, aunque quién era su secretario en ese entonces permaneció durante un breve tiempo colaborando con las nuevas autoridades hasta tanto los mismos se empaparan de los temas pendientes que quedaban por resolver en la legislatura local. La figura de Moressi no pasó desapercibida en la ciudad, era amo y señor, ya que además de Intendente Municipal de facto era el jefe de Policía acompañado del Capitán O´Coffer. El Teco, como dijimos anteriormente atendía a la población con su arma arriba del escritorio o su metralleta colgada del sillón, en algunos momentos del día solía ir a correr al Parque Municipal donde era fuertemente custodiado, siendo uno de sus fieles policías el Gato Tomassini. En conjunto con la policía local comenzaron una serie de operativos, donde detuvieron a los familiares de muchos militantes sociales, clausuraron una serie de negocios sospechados de violar la ley de abastecimiento como el bicicletero Cerino entre otros y se persiguió a muchos de los simpatizantes de los partidos políticos, sobretodo a los surgidos en sectores de la Izquierda. Durante los seis meses que Moressi estuvo como Interventor se suspendieron las ayudas económicas y de materiales a todas las instituciones de la ciudad; llevó adelante una limpieza y blanqueo de propiedades donde existieran leyendas partidarias o de líderes democráticos; enfrente de la Jefatura de Policía se colocando barreras y tachos donde los oficiales controlaban quiénes circulaban en los vehículos. Fueron integrantes del gabinete de Moressi, el Dr. Luis Aimar como Secretario de Gobierno y el Arq. Raúl Mascotti como Secretario de Obras Pública. Quizás uno de los hechos más graves ocurridos durante el breve tiempo de Moressi al mando del Ejecutivo haya sido la clausura de Diario Estrella de la Mañana y la detención de su director José Antonio Ramacciotti, con respecto a esto, el popular Atila Jartti manifiesta que «en ese momento, en el ’76, el 13 de abril, martes, un martes 13, tenía que ser, llego de vender orquestas en la provincia de Córdoba, estábamos en época de carnavales, todavía porque antes se estiraban los carnavales, especialmente en Corral de Bustos, y me encuentro una franja cruzando la entrada del diario, que se encontraba en la Galería Batistelli, el local 9, al fondo, con el callejón Tortugas, donde en el subsuelo funcionaba nuestro estudio de grabación de Ronda Musical y la oficina del diario. Y me encuentro esa franja y digo es una broma. La agarre, la rompí, la tire y cuando llego a mi casa, que vivía ahí mismo, en ese edificio, tercer piso A, con mis tres chicos que todavía eran muy chiquitos y me pongo al habla con el Dr. Luis Aimar, que era secretario de Moressi, quién había tomado a Cañada de Gómez en el momento del Golpe Militar, en carácter de Intendente y Jefe de Policía, o sea con todo el poder. Aimar me dijo que fuera a la policía a hablar con Moressi, que no iba a pasar nada. Y paso de todo. Lo único que no pasó es que la orden que había dado el monseñor Bolatti, que me hicieran desaparecer, no llegó a cumplirse. Solamente eso.»[10] El Decano de la prensa cañadense, nunca dudo que fue detenido por su papel en la gesta que ocurrió en 1969 cuando el pueblo salió a defender al Padre Armando Amiratti. Pero en su obra Derechos Inhumanos, editada en dos oportunidades, Ramacciotti explica que

 

«Luis era un amigo. Así lo creía yo ¿Por qué me envió a hablar con el Teniente Coronel César Moressi, sabiendo que había orden de captura para mi?

 

»Bajé desde el tercer piso que yo ocupaba en ese edificio, el mismo donde en la planta baja tenía las oficinas, subí al Torino y me dirigí a la Jefatura. En el camino me arrepentí, y llevé el coche al garage. Lo dejé cerrado con llave, y me dirigí caminando hacía la policía. Total eran 3 cuadras…

 

»La Jefatura estaba rodeada por ese entonces de tantos controles militares, y tantos puestos de ataque y de contraataque, que parecía una fortaleza a punto de ser atacada por el enemigo. Las vallas en las calles, en las veredas. Las voces de “alto”. Todo el aspecto de una ciudad en guerra. Y todo esto, estaba ocurriendo en la mansa, plácida y pachorrienta Cañada de Gómez.»[11]

 

Al llegar a la Jefatura, José es recibido por el Teniente Coronel Morresi, donde no lo dejó hablar ni siquiera lo saludó. Al expresar su sorpresa por la clausura del diario, las únicas palabras que el Teco le manifestó a Ramacciotti fueron las siguientes «usted detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional por faltarle el respeto al Presidente de la Nación».

 

Cuando los militares y policías hicieron el trabajo sucio, fue el turno de la participación civil en las gestiones administrativas, el preferido de Moressi era su Secretario de Gobierno, Dr. Luis Aimar pero fue rechazado por los dictadores por haber sido en algún tiempo atrás afiliado a un partido de izquierda, también se sumaba que las llamadas fuerzas vivas locales prefería a alguien más moderado y confiable en el cargo. Fue así, que a raíz de la colaboración que el Movimiento de Integración y Desarrollo prestaba a la Dictadura, entre uno de sus históricos dirigentes surge el nuevo Intendente Municipal de Facto, el Contador Gerardo Cabezudo.  Recordemos que Cabezudo era un radical intransigente, Intendente Municipal designado por Sylvestre Begnis entre 1958 y 1962, que con el paso de los tiempos quedó dentro del M.I.D. y cometiendo el error más grande de su trayectoria, que es el aceptar un cargo público en una dictadura. Su asunción fue el 24 de setiembre de 1976, manteniendo en el gabinete al Dr. Luis Aimar en Gobierno y Hacienda, al Arq. Raúl Mascotti en Obras Públicas y posteriormente al Dr. José de la Fuente reemplazando a Aimar, cargo que ocupó hasta su renuncia siendo reemplazado por el Dr. Néstor Battistini. Una de las primeras decisiones de Cabezudo fue la de conformar una comisión de estudio y análisis del estado de la red para la previsión de gas natural, que estuvo integrada por dos futuros intendentes de la democracia, Abel Oscar Romegialli y Leopoldo Camilo Audano. Ellos eran los encargados de representar a la municipalidad ante los organismos oficiales para todas las gestiones inherentes al tema.  En febrero de 1977 es asesinada la maestra Fanny Giordano, tema que analizaremos posteriormente, y que aún hoy a cuatro décadas de aquella fatídica noche no existen responsables juzgados. Otra de las muertes ocurrida en esos años, fue la de Puchi Casari, donde al cumplirse un aniversario de su natalicio, su esposa Irene escribiera en Facebook…

 

«Fue un lunes, 18 de julio de 1977, comenzaban las vacaciones de invierno. Salió temprano a su trabajo y lo trajeron a casa en un ataúd, vestido con la misma ropa con la  que se fue y sin signos del tiro de metralla que nos dijeron le había dado directo al corazón. Llegó  custodiado por dos soldados armados, que no nos dejaron acercarnos para tocarlo y precedidos por el mismísimo jefe de la URX, que muy lejos de venir a solidarizarse con los que quedamos, vino diciendo “Si hay incidentes la responsabilidad será de la familia y deberán atenerse a las consecuencias». La familia éramos su viuda y sus tres niños de 3, 9 y 11 años. Después vinieron las amenazas, los llamados anónimos, las notas anónimas y alguien dijo… «Debe ser por algunas fotos que hay en el laboratorio». El miedo se transformó en locura. Abrí la puerta del jaulón de los pájaros, los dejé ir y quemé sus nidos, comederos columpios y en el  jaulón mismo quemé fotografías, negativos, archivos, carpetas, libros y folletos. Junté los elementos de fotografía que había, los regalé  y mandé demoler la habitación que había servido de laboratorio. Así… pensando liberarnos, agregué más violencia y miedo, a los que ya estábamos viviendo. Entonces, nos pusimos una máscara, hicimos de cuenta que estábamos bien, seguimos trabajando, yendo a la escuela, festejando la Navidad, los cumpleaños y hasta el Mundial del 78. En mi interior y por reflejo en el de mis hijos, Cañada de Gómez se transformó en desierto en el que el silencio nos aturdió, en el que morimos de sed de afecto y solidaridad y en el que la falta de justicia nos expulsó.  Huimos, sin importar el medio que usé, dejamos el lugar donde nacimos, el lugar que debió ser amparo y contención y no lo fue. Hoy, en este simple acto de valentía me atrevo a decir lo que digo , como forma de pedir perdón, perdonar y perdonarme y como forma  de exorcizar el pánico que me quedó y les quedó gravado en el inconsciente a mis hijos y que a pesar del tiempo transcurrido hay veces y según las circunstancias  aún nos paraliza. Además le debo a ese muchacho de la foto que hoy cumpliría 75 años intentar decir lo que nunca antes dije y lo que todos sus compañeros, contemporáneos, amigos, conocidos y familiares también callaron. Y, a mis hijos, liberarlos del miedo que llevan impreso y  del deseo de saber cuales en verdad fueron los hechos.  Justicia… ya no….. es tarde.»[12]

 

Otra de las políticas fuertes de Cabezudo fue la cultural, donde nombró al frente del área al Dr. Gerardo Álvarez[13], un joven abogado que empezaba sus primeros trabajos históricos y que también ocupaba un cargo de profesor en el Colegio Nacional. Entre las atribuciones que le daba la Ordenanza 1079, además de gestionar, organizar y promover actividades culturales, era ser contralor de actividades artísticas, culturales y de espectáculos públicos que se realicen dentro del Municipio y encargarse de la fiscalización que la Municipalidad efectué sobre la venta de libros, revistas, publicaciones, textos e imágenes que se exhiben en vidrieras, locales o en la vía publica, en el caso de que se consideren inconvenientes o inmorales.[14] En el año 1978 se donaron los terrenos para la construcción del Cuartel Municipal de Bomberos y el municipio tomó posesiones de todos aquellos inmuebles que sus propietarios figuraban como desconocidos. En 1979 se crea la Comisión Organizadora del Archivo y Museo Histórico Municipal presidido también por Álvarez, quién en 1981 fue designado Director. En mayo de 1980 desaparecieron chequeras del municipio, iniciándose sumarios a todos los responsables del área. Durante el año 81 además del Museo, se inauguró el Cuartel de Bomberos. Otra de las notas de color de aquellos tiempos es la participación en los actos patrios recibiéramos de algún delegado de los dictadores provinciales, todos ellos fueron recibidos como huéspedes de honor por decretos firmados por el Intendente y sus secretarios. Entre ellos podemos citar al Contador Carlos Salerno, al Dr. Alfredo Daverede, al Mayor Roberto Navarro, al Comodoro (R.) Francisco Roberto Pitaro, al Vicecomodoro Miguel Ángel Pent, al Contraalmirante (R.) Rodolfo Luchetta, a Juan Alberto Vidal, a Eduardo Sutter y al mismísimo interventor provincial Desimoni.

 

Volviendo a los encargados de los operativos y secuestros en la ciudad, es preciso recordar al Jefe de Servicios de Informaciones Oficial Raúl Blanco quién estuvo presente en la mayoría de los casos y fue uno de los testigos en el presunto asesinato de Puchi Casari, un fallecimiento que para la Justicia quedó cerrada como muerte accidental. Según las averiguaciones que se pudieron realizar las órdenes llegaban desde Inteligencia de Rosario, siempre con la pasiva actitud de algunos civiles que acompañaron al Proceso, cometiendo las atrocidades como el asesinato a Fanny Giordano, la bomba a Roberto Garín y a Luis Cervigni en sus respectivas casas, los disparos a Horacio y Raúl Brasca,  y la detención a los familiares de Cali Gabriel y de Juan Carlos De Altube, entre otros.

 

Cuando el oficial Blanco se vio acorralado por las investigaciones internas realizadas, inesperadamente explota su vehículo cerca de su vivienda. Fue durante el otoño de 1978 y en un operativo sorpresa se descubre que el número de motor y el número del chasis de un Peugeot 504 coincidia con el de un secuestrado en la provincia de Buenos Aires. Ese automóvil pertenecía a Raúl Blanco, por eso, el agente debió cumplir algunos días de arresto. Demás esta decir, que los jóvenes agentes que actuaban en la investigación comenzaron a temer por sus vidas. Era Jefe de la Unidad Regional X el Comisario Víctor Robinet, un hombre que dentro de su círculo tenía el respeto de sus pares. El mismo Jefe inició las investigaciones, desde el comienzo el motor del auto estuvo en custodia en un taller mecánico de la ciudad. La orden era que nadie, que no sea el mismo Jefe, iba a ir a retirar ese motor. Al tiempo que Blanco recuperó su libertad, y alertado del lugar donde estaba escondido el motor del auto, fue al taller amenazando al titular del lugar que si no le daba el motor correría riesgo su vida. Y así fue, con la complicidad de otro mecánico que trabajaba en la Jefatura, se llevaron el motor hasta el frente de su vivienda ubicada en Antártica Argentina al 1400. Como pudieron, ubicaron el motor dentro del vehículo y a los minutos hicieron estallar el Peugeot. El estallido fue muy grande, los vecinos salieron todos a la calle. Inmediatamente llegan los bomberos y la policía para ver que había sucedido. Lamentablemente para Blanco, solamente un pedazo de auto quedó en pie, y justamente era la chapa donde estaba el número del motor del mismo. Esa chapa fue encontrada por los agentes que investigaban el anterior caso. Muchos de esos uniformados sufrieron persecuciones, amenazas, ellos sabían que el Oficial Blanco jugaba feo y que por su conexión con fuerzas superiores, estaba entre los que decidían quién vivía y quién moría en nuestras tierras. El caso quedó en la nada como todos los que ocurrieron durante la dictadura en Cañada de Gómez. Otro de los hechos que ocurrieron previo al golpe y durante el golpe, fue el ocurrido contra la familia Romegialli, uno de sus integrantes fue secuestrado y se pagó una importante fianza en cercanías de la estancia La Rosita para la liberación del mismo. Y ya durante la dictadura misma, fue el robo del féretro de Ricardo Cónsul Romegialli que posteriormente apareció en una tumba cercana dentro del cementerio local. También en la etapa previa al golpe, existió sobre la Ruta Nacional 178, el intento de secuestro del hijo de un importante empresario de la pintura, llegando a la ciudad de Las Parejas donde tenía familiares, debiendo esconderse durante un tiempo en el norte del país.

 

La crisis económica que vivía el país era atroz, la pobreza, que desde la década del cuarenta se ubicaba debajo del 10%, y que era del 5,8% en 1974, subió al 12,8% en 1980 y al 37,4% en 1982. El desempleo por su parte, se mantuvo relativamente estable, partiendo de un 3,8% en octubre de 1975 y dejando un 3,9% en octubre de 1983, con un pico del 6% en mayo de 1982. El ministro de economía designado por Galtieri era Roberto Alemann, otro de los civiles encargado de acompañar a los milicos en el terrorismo de estado junto a Domingo Cavallo desde el Banco Central. Las fábricas empezaban a cerrar, y los gremios comenzaban a reagruparse. El 30 de marzo de 1982, encabezados por el dirigente sindical Saúl Ubaldini, la CGT bajo la consigna Paz, pan y trabajo, reunió a cincuenta mil jóvenes y trabajadores que colmaron la Plaza de Mayo en una huelga impensable hasta entonces por la aspereza de la dictadura. Tres días después, la misma plaza colmada victoreaba la locura de Galtieri, dando un manotazo de ahogado, recuperando Malvinas y de ese modo entrar en guerra con Gran Bretaña, ofensiva que al cabo de tres meses dejó centenares de muertos y el gobierno de facto en terapia intensiva. En Cañada de Gómez la crisis comenzaba a afectar a los muebleros y pequeños industriales, durante el gobierno de Viola, los pocos días de Lacoste y la llegada de Galtieri no alteraron el mando local a cargo de Gerardo Cabezudo. Sin embargo el 15 de febrero de 1982 asume la gobernación de facto un dirigente del M.I.D. y ex intendente también en esos años de Santa Fe capital, el farmacéutico Roberto Casís, ocasionando la dimisión, el 22 de marzo, de Cabezudo siendo aceptada la misma por el gobernador de facto quién designa en su reemplazo a Juan Rogelio Butassi. Junto con Cabezudo renuncia el Dr. Battistini como secretario de Gobierno y Hacienda, el secretario de Obras Públicas Arq. Raúl Mascotti, la comisión de cultura en su totalidad y el director del Museo Histórico Municipal Dr. Álvarez y el resto de las comisiones, éstas últimas rechazadas por Butassi. En reemplazo de Álvarez, tanto en el museo como en cultura, se designó a Leonel Goñi; Carlos Garma fue designado secretario de Gobierno y Hacienda, el Arq. Horacio Tonella como secretario de Obras Públicas, como secretario privado ad honorem Roberto Foresi, José Gervasio Ledesma como secretario de Acción Social. Comenzado 1983, quiénes iban a ser candidato en las próximas elecciones deberían renunciar a sus cargos, por eso durante un tiempo se sospechó de la renuncia de Butassi, cosa que no ocurrió pero sí lo hizo Carlos Garma que posteriormente fuera candidato a Intendente Municipal por el Movimiento Línea Popular, en las elecciones del 30 de octubre. En su reemplazo durante una semana estuvo el Dr. Dante Perazzi, posteriormente suplido por el Contador Daniel Martine hasta que la secretaria de Gobierno y Hacienda se modifica en dos carteras diferentes, quedando Juan Carlos Felipe Santana como secretario de Gobierno y Cultura mientras que Martine siguió en la de Hacienda. Cabe recordar que en la provincia era Ministro de Acción Social y Salud Pública el Dr. Enrique Lucena y su subsecretario de salud el Dr. José Resiglione, ambos de nuestra ciudad. Dando comienzo con éstos, el empuje necesario que nuestro hospital necesitaba para estar al frente de la flamante Región VI de Salud. Por aquellos años se conformó la Multipartidaria Nacional, fue una coacción política conjunta nacida en 1981, integrada por los partidos Unión Cívica Radical, Partido Justicialista, Partido Intransigente, Demócrata Cristiano y Movimiento de Integración y Desarrollo, que tuvo como objetivo presionar a la dictadura militar para que abandonara el poder y se estableciera un régimen democrático. En nuestra ciudad, dirigentes como Jorge Quique Albertengo, Roberto Garín, Cacho García, Daud Turco Mamet, Carlitos Fernández, Armando Camello Álvarez, entre otros, se reunían en el sótano de la farmacia de García, en hoteles y lugares ocultos, diagramando la vuelta a la democracia.

 

Finalizando esta primera parte de nuestro Nunca Más, donde he detallado la tarea política de esa etapa con sus protagonistas. Cabe recordar lo publicado por quién esto escribe en su crónica sobre la Historia de los Intendentes de Cañada donde expresé «No soy quién para condenar a personas que ya no están. Ni yo, ni muchos de ustedes. Si puedo decir, que a más de treinta años de recuperada la democracia, es loable expresar que fue un error histórico tanto el de Cabezudo como el de Butassi el haber sido intendentes en esa dictadura. No por eso quita, la honorabilidad de su tarea y la capacidad que ambos tuvieron al estar al frente del Palacio Municipal. Y cómo también lo expresé en el video que se realizó el pasado 24 de marzo de 2016 sobre la dictadura en la ciudad, Cabezudo y Butassi fueron otras víctimas más de aquellos oscuros años, al primero de ellos le secuestraron y desaparecieron a su sobrino Daniel Bertoni y al segundo, su hijo participó estando en la colimba de la guerra de Malvinas. Estimados lectores, el terrorismo de estado nos mató a todos y nos dejó un país con millones de pobres, exiliados y hermanos desaparecidos. Y como dijo en reiteradas oportunidades el presidente Raúl Alfonsín, quién no sepa la diferencia entre una dictadura y la democracia, no sabe la diferencia entre la vida y la muerte[15]

[1] Raúl Alfonsín, Memoria Política. Transición a la democracia y derechos humanos. Primera Edición. Año 2004. Página 39.

[2] Raúl Alfonsín, Memoria Política. Transición a la democracia y derechos humanos. Primera Edición. Año 2004. Página 40.

[3] Ernesto Sabato, discurso de entrega de informe en Casa Rosada, 20 de septiembre de 1984.

[4] http://www.todo-argentina.net/historia/civmil/isabel

[5] http://www.elhistoriador.com.ar/biografias/b/balbin.php

[6] El Dictador. La historia secreta de Jorge Rafael Videla. María Seoane y Vicente Muleiro. Ed. Sudamericana. Página 23. Año 2001

[7] Carlos Sylvestre Begnis. Liderazgo y gobierno en el desarrollo del litoral argentino. Miguel Ángel De Marco (h). Editorial Dunken. Año 2005. Página 861

[8] La participación civil en la dictadura. Pacho O’Donnell. Página 12. 21 de abril de 2012

[9] Programa Intermedios. Entrevista a Jorge Omar Quique Albertengo. Año 2015

[10] Testimonio de José Antonio Ramaciotti. Archivo del Museo Histórico Municipal Elías Bertola

[11] Derechos Inhumanos. José Antonio Ramaciotti. Escuela de Artes Gráficas de la Casa Salesiana San José. Año 1999. Página 16

[12] Testimonio de Irene Schaer en Facebook, el día que Puchi Casari cumpliría 75 años.

[13] Decreto 193/77

[14] Ordenanza 1079, promulgada por Gerardo Cabezudo y Luis Aimar, el 3 de junio de 1977.

[15] Historia de los Intendentes de Cañada, www.ditocdg.blogspot.com, 27 de mayo de 2016