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Cuando la “mirada” nos identifica. Por Elizabeth Santángelo.


miradas«Durante muchos años sin reparar en gastos

he recorrido muchos países, he visto las montañas más altas y los océanos.

Lo único que no supe ver fue el brillo del rocío

en la hierba a la puerta de mi casa» (Rabindranath Tagore)

El lenguaje es esencial para transmitir pensamientos, pero también es trascendente la comunicación a través de las miradas, los gestos y las posturas del cuerpo.
Además, se puede hablar sin mover los labios, solo por lo que expresamos inaudiblemente.
A veces, una mirada junto a una sonrisa vale más que mil palabras.
La mirada compasiva, reflexiva, una mirada de amor y ternura puede cambiar radicalmente una situación, un conflicto y hasta un cuadro de enfermedad.
Esta percepción indudablemente coopera con el estado de bienestar y salud de cualquier persona.
Se ha dicho y con razón que los ojos son las ventanas del alma. Lo que sentimos interiormente, se expresa en los ojos a través de la mirada.
Ellos transmiten sentimientos y emociones, y es fundamental para que haya una coincidencia entre lo que se piensa y se expresa.
«Podemos tener todos los medios de comunicación del mundo, pero nada, absolutamente nada, sustituye la mirada del ser humano» (Paulo Coelho)
Qué importancia tiene un gesto, una mirada o la actitud para poder cooperar con el ambiente en donde nos movemos. Hay miradas que conquistan, otras que ofenden y otras que son irresistibles.
Un ejemplo interesante que da la escritora estadounidense, Mary Baker Eddy: “Un animal puede enfurecer a otro con sólo mirarlo a los ojos, y pelearán los dos sin motivo. La mirada de un hombre, fijada sin temor en una bestia feroz, a menudo obliga a la bestia a retirarse aterrorizada”.
Disponerse a pensar cómo contemplamos nuestro entorno, a nuestra familia y aún aquellos que son desconocidos, es un ejercicio efectivo desde todo punto de vista.
Me impresiona mucho cuando me detengo en la mirada de Jesús al enfrentarse a distintas situaciones.
Al momento de sanar a aquellos que acudían por curación, él los observaba con profunda ternura y amor, teniendo compasión de cada uno de ellos, haciéndolos sentir “amados”, y de esa forma todos eran sanados.
Qué importancia tiene una mirada y una actitud sanadora para poder cooperar con el ambiente en donde nos movemos.
Propiciemos una mirada sincera y transparente para recibir la respuesta y la actitud que estamos esperando. Sin duda que contribuirá a sentirnos más sanos mental y físicamente y ayudar a que los demás también lo experimenten.
¿Y si empezamos hoy mismo?

Elizabeth integra el Comité de Publicación, en Argentina, y escribe reflexiones desde su perspectiva como profesional de la Ciencia Cristiana.
Síguela en Twitter: @elisantangelo1 – Facebook: Elizabeth Santangelo de Gastaldi