De niña, cada vez que tenía un problema mi madre solía decirme: “La risa es la mejor medicina”. Ese viejo adagio a veces me hacía sentir mejor. Pero ¿cuál es la “mejor” medicina para sanar tanto el cuerpo como el alma?
En la reciente Conferencia sobre Medicina y Religión de 2017, celebrada en Houston, Texas, prominentes proveedores de asistencia sanitaria y representantes de varios grupos religiosos consideraron esa misma pregunta. Al presentar su documental: “Your Health: A Sacred Matter” [Su salud: un asunto sagrado], el cineasta Gerald Krell se centró en historias de pacientes y proveedores de asistencia sanitaria que explicaron por qué, desde su punto de vista, la religión es importante para la salud.
Aunque considero alentador ver a algunos reconocidos académicos de la comunidad médica aceptar la espiritualidad y sus efectos positivos sobre el cuerpo, pienso que simplemente consideran la religión y la espiritualidad como una forma de sobrellevar la enfermedad y no como una manera confiable de sanar dolencias físicas.
Sin embargo, a fines del siglo XX, cuando la medicina era primitiva, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, organizó “una iglesia destinada a conmemorar la palabra y las obras de nuestro Maestro, la cual habría de restablecer el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación”.
Ella vio, a través de las obras de Cristo Jesús —que sanaba enfermos, resucitaba muertos y limpiaba leprosos— que el propósito del “cristianismo primitivo” era resolver las cosas espiritualmente, mirando hacia Dios como la fuente de la curación. A pesar de los avances modernos en la tecnología médica, la curación espiritual es aun relevante hoy en día, como lo ilustra un caso que relato más abajo.
Aunque la Ciencia Cristiana ayuda a sobrellevar los desafíos de la vida, su misión no es meramente proveer ayuda humana temporaria. Eddy escribió: “Desde muy niña, un hambre y sed por las cosas divinas —un deseo de algo más elevado y mejor que la materia y aparte de ella— me impelieron a esforzarme diligentemente por saber que Dios es el único grande y siempre presente alivio del dolor humano”.
Una amiga mía experimentó el alivio que llega cuando nos volvemos a Dios en busca de ayuda.
Durante la época en que iba en la universidad, se enfermó gravemente. El médico que la examinó y trató le dijo a la familia que no había nada más que hacer y les recomendó que oraran por ella. ¡Eso es precisamente lo que hicieron! Estudiando la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, encontraron la medicina exacta que mi amiga precisaba para sanarse.
La familia leyó los relatos de las curaciones que Jesús había hecho de ciegos, sordos y lisiados. Les contaron que Eddy misma, al leer esas curaciones en un momento crítico de su vida, se había sanado de los efectos de una grave lesión, que puso en riesgo su vida, únicamente por medio de la oración.
Esa misma “medicina” sanadora de la oración humilde y eficaz, que Cristo Jesús había demostrado, continuaba sanando 2000 años después. Sanó a mi amiga por completo cuando la medicina material no tenía nada más para ofrecer. Su familia se sintió rebosante de alegría cuando ella pudo volver a la universidad.
Si usted está luchando y buscando la mejor medicina para sus problemas, no le estoy sugiriendo que reírse de ellos habrá de solucionarlos. Pero quizás haya algo de cierto en el versículo bíblico “El corazón alegre constituye buen remedio”. La risa puede ayudarlo a desviar el pensamiento de sus problemas, y ese es un buen comienzo. Pero hay una gran diferencia entre comprender la verdad espiritual y el mero pensamiento positivo. La verdad que Jesús dijo nos haría libres llega hasta el fondo de los problemas que estamos enfrentando, cualesquiera sean, y produce la verdadera curación.
Versículos bíblicos tales como “[nada] nos podrá separar del amor de Dios”, “echa sobre Jehová tu carga, y Él te sustentará”, y “el gozo de Jehová es vuestra fuerza”, son realmente una medicina sanadora, a la que podrá acudir cuando esté sufriendo. ¡Pruébela!