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2 de mayo: Día Internacional de la Lucha contra el Bullying.


Se conmemora en todo el mundo por iniciativa de la ONG argentina “Bullying sin fronteras” .

(Por Arístides Álvarez / presidente ONG “Si nos reímos, nos reímos todxs”) 
El 2 de mayo, por iniciativa de la ONG argentina “Bullying sin fronteras” se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la Lucha contra el Bullying. Las estadísticas dicen que 7 de cada 10 niñxs y adolescentes son víctimas de acoso y según Unicef, 1 de cada 3 sufre acoso escolar. El bullying es una problemática que causa en el mundo al menos 200 muertes directas cada año.

El bullying no es una broma de mal gusto, una cargada ocasional, un sobrenombre. Es mucho más que eso. El chiste, la broma se deben terminar cuando causa daño a alguien. Según la filosofía Ubuntu de origen africano, “ninguno de nosotros puede ser feliz si uno o los demás están tristes”.
El bullying es el acoso sistemático y prolongado en el tiempo hacia una persona por un grupo de pares, ante la inacción del resto y sobre todo —por tratarse de niños y adolescentes— de los adultos responsables de los mismos.

El bullying causa daños irreparables, que perduran quizás para toda la vida. El acoso, el maltrato, la discriminación puede ser verbal, psicológico o físico. Genera en la víctima una baja de la autoestima, un aislamiento social, un temor, un menosprecio que socava su dignidad como persona, que puede llevarlo a flagelarse, lastimarse, que lo afecta en su salud, lo limita en su rendimiento escolar, deportivo, en sus relaciones familiares, amistades y afectivas, y que suele tener un correlato en su vida de adulto. Pero no es solo la víctima el único afectado en esta problemática. Quienes ejercen bullying —llamados por algunos autores como victimarios— son personas que no saben relacionarse más que con violencia o ejercer liderazgo y poder a partir del miedo, la intimidación, la burla, el agravio.

Suelen ser víctimas en su seno familiar de violencia, de desprecio, de soledad, de falta de diálogo, de abandono, de afecto. Probablemente como adultos repetirán esas actitudes como padres, en el ámbito laboral, social o deportivo, ejerciendo estas formas negativas de relacionarse que de algún modo u otro terminan mal al encontrarse con personas tan o más agresivas que ellos mismos. Y no podemos dejar de lado a los espectadores sin los cuales el bullying no tendría éxito ni sentido. El acoso que hacen los abusadores y agresores es fundamentalmente “para la tribuna”, para los espectadores silenciosos que terminan de alguna manera siendo cómplices de esta situación no frenando, no denunciando la misma. Lamentablemente también ellos son víctimas y consecuencia de tristes frases que han calado muy hondo en nuestra sociedad, como “no te metas”, “algo habrán hecho”, “mientras a vos no te hagan nada”, “por algo se lo hacen”. Frases transmitidas por los adultos a los jóvenes que han generado en muchos sentimientos de indiferencia ante el dolor del otrx, de miedo ante la amenaza de que nos pase lo mismo, alejándonos de valores como la empatía y la solidaridad.

Y es aquí donde más hay que trabajar por la convivencia para frenar el bullying. Solemos decir que sin espectadores no hay bullying. Este término en inglés que ha servido para visibilizar un problema de vieja data y tristemente naturalizado —esa necesidad de reírnos a costa del otro, de mirar sus diferencias, sus errores y no sus virtudes y similitudes—, es un término que ha sido menospreciado, mal utilizado hasta muchas veces en sorna irresponsablemente —“bowling” decía un personaje de la farándula—, llamando a cualquier conflicto de esa manera. Esto ha generado en muchos casos un rechazo a abordarlo por las instituciones escolares y deportivas —donde más se produce— por miedo a la mala prensa, al desprestigio, escondiendo debajo de la alfombra los conflictos, no abordándolos seriamente y naturalizándolos con frases como “son cosas de chicos”.

En estos tiempos de pandemia, de mayor uso de internet, de aislamiento social, de escasa presencialidad, el bullying se manifiesta y encontró su versión cibernética en las redes sociales, en los servicios de mensajería, en las salas de chat de los videojuegos. Como ciberbullying, causando mucho más daño porque se potencia y viraliza a millones de personas sin posibles frenos, provocando en las víctimas un daño infinito, inimaginable.

Nuestra ONG “Si nos reímos, nos reímos todxs ” viene trabajando desde hace muchos años en la Argentina y en Latinoamérica abogando por la convivencia escolar y deportiva en la prevención del bullying y el ciberacoso (ciberbullying, grooming, sextorsión, escraches). Recientemente fuimos nombrados por el Concejo Municipal de Rosario “Institución distinguida de la ciudad ” lo cual nos alienta a seguir trabajando incansablemente. Preferimos hablar en términos positivos de convivencia, apostar y creer a partir del nombre de nuestra ONG que no es necesario para divertirse y pasarla bien reírse de otros, burlarse, hacer bromas a partir de las diferencias. Creemos firmemente que la convivencia no es una utopía, sí en cambio es una utopía pensar una convivencia sin conflictos. Por eso es necesario abordarlos a partir del diálogo, de la tolerancia, del respeto.

Por eso este 2 de mayo y siempre, decimos no al bullying, porque “si nos reímos, nos reímos todxs”.