El escenario que prepara la música generalmente transmite imágenes armoniosas, llenas de paz, alegría y entusiasmo, que hacen que el corazón vibre y se renueve.
Es más o menos conocido por todos que David, según la Biblia, tocaba el arpa en presencia del rey Saúl para calmar sus crisis de melancolía; que Pitágoras curaba a sus discípulos enfermos cantando; Homero cuenta cómo Ulises calma sus heridas sangrantes a través de cantos.
Sabemos que la música en la sala de espera del médico o del dentista produce un efecto tranquilizante; que la música funcional en fábricas u oficinas donde se realizan trabajos mecánicos, aumenta el rendimiento y disminuye la fatiga de los empleados; que el heavy metal aumenta los instintos agresivos o que la música disco aumenta los jugos gástricos por la excitación nerviosa producida, lo que induce a consumir bebidas; o las últimas técnicas en musicoterapia, donde es la música la que se encarga de curar ciertas enfermedades. (Ver:http://www.wikilearning.com/articulo/musica_y_salud-musica_y_salud/2584-1)
¿Qué decir cuando uno mismo puede generar la música sea que toque un instrumento o bien a través del canto?
Empezar el día y concluirlo con alegría en el corazón, sea cantando o ejecutando música, cambia el humor, el clima de cualquier ambiente y elimina temores.
Un antiguo proverbio expresa: “El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate”.
Mary Baker Eddy, autora de Ciencia y Salud escribe: “las melodías y los aires de la música más dulce que se oyen mentalmente superan al sonido de que se está consciente. La música es el ritmo de la cabeza y del corazón”.
Ustedes se preguntarán ¿cómo es posible estar rodeados de música, cantando, en medio de tantos problemas y dificultades?
La verdadera herramienta que todos tenemos es la fe, la certeza de que todo está bien y en su justo lugar. Y esa actitud es la que ayuda a acompañarnos con el ritmo del Espíritu.
Vamos a expresar alegría no cuando las cosas se hayan resuelto sino antes de que se evidencien.
Es tener paz para que se manifieste esa paz, es estar bien para que se manifieste el bien en todos sus matices, y es estar felices para que la felicidad pueda acompañarnos en nuestra experiencia.
El estrés y las tensiones diarias del consumismo, son elementos que conducen a vivir apurados, sin poder orar, meditar y a estar serenos y confiados.
Cantar no significa una salida irreflexiva o irresponsable ante los problemas, sino cantar con el alma, sabiendo que el Supremo, ya está a cargo de cada uno, en este mismo momento.
Cuánta esperanza da pensar en esto, cuánta esperanza nos da para estar saludables mental y físicamente; cada día es una oportunidad para ser libres, felices y sentir una canción de amor en el corazón.
Aprender a vivir envueltos en la música y a estar sanos es el reto para hoy mismo.
¿Lo intentamos?
Elizabeth integra el Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana, en Argentina.
Coaching en área salud y espiritualidad.
Twitter: @elisantangelo1