Siempre recuerdo un ejemplo práctico para entender cómo podemos ser flexibles y adaptables ante los demás, sin imponer los ideales en forma rígida e irracional.
En la oscuridad de la noche, los girasoles se inclinan hacia el suelo y al amanecer con la luz del sol vuelven a erguirse. Cuando los girasoles alcanzan la madurez, quedan fijos en dirección al Este (por donde sale el sol).
Este ejemplo es claro para entender que no es resistiendo, sino cediendo humildemente ante situaciones en donde podría existir un enfrentamiento o discusión, queriendo predominar la razón de una de las partes.
Hay varios tipos de fanatismo tales como religioso, ideológico, tal vez, concerniente a la política o al deporte.
El fanático hace perder credibilidad a todo lo que dice, porque impone y no deja pensar al otro, lo invade con su tesis.
El fanatismo genera violencia, porque viene de la mano de una imposición, no tolera una idea que se oponga o contradiga con racionalidad.
Por otra parte, el respeto por el prójimo nos hace coherentes, confiables y flexibles, y esto no es fanatismo sino racionalidad. Es encontrar las coincidencias con los demás y no las diferencias.
Ser flexible y adaptable es una actitud válida para todos los tiempos, incluso los difíciles. Esas cualidades se pueden poner en práctica al trabajar en equipo, manteniendo un amable acuerdo con todos, aún con aquellos que no coinciden con nuestros ideales.
Lo sé por experiencia. Algunas veces me han preguntado cómo se maneja una persona que practica una religión, como en mi caso, la Ciencia Cristiana.
Para mí, confiar sin dudar es primordial para mantenerse firme en la convicción de lo que significa ser un cristiano en su proceder y forma de vida.
La Ciencia Cristiana es un método de curación espiritual, descubierto por Mary Baker Eddy, en el Siglo XIX, y está basado en las enseñanzas de Jesús. Ambos dieron validez a la libertad física y mental de cada individuo, cambiando el paradigma que genera temor o una excesiva preocupación, aportando una nueva forma de vivir, pacífica, saludable y armoniosa.
Es vital no confundir la devoción que genera la práctica del cristianismo con la imposición irracional de una idea.
En décadas de dedicación y perfeccionamiento de mi trabajo, he visto que es razonable confiar radicalmente en la oración para sanar cualquier clase de dificultad.
La conexión que podemos alcanzar a través de la oración nos aporta tranquilidad, confianza serena y la seguridad de que todo lo bueno es posible para Dios, el origen y razón de nuestra existencia.
Esa oración no se basa en repetición de palabras o ruegos desesperados, porque ese Padre celestial sabe qué cosas necesitamos y las concede no meramente por nuestro deseo sino porque Él cumple Su voluntad, siendo siempre el bien para cada uno.
La confianza radical en la Verdad no permite que pongamos en peligro ninguna vida, ni la propia ni la de nuestra familia, sino que la defiende y nos aporta tranquilidad y paz.
La Ciencia Cristiana me ha aportado seguridad en tiempos de crisis, en donde la salud se vio amenazada, en donde la falta de recursos económicos pretendió limitarme, y en todos los casos, así como el girasol, inclinándome humildemente ante el poder del Amor, como la luz siempre presente, logré liberarme física, mental y emocionalmente.
Es el Amor divino lo que hace que cada uno obre de acuerdo a su comprensión espiritual, y demuestre cómo puede alcanzar la espiritualidad para así ayudarse a sí mismo y a los demás, a superar las dificultades desde el sentido común y la coherencia.
Elizabeth integra el Comité de Publicación, en Argentina, y escribe reflexiones desde su perspectiva como profesional de la Ciencia Cristiana. Síguela en Twitter: @elisantangelo1 – Facebook: Elizabeth Santangelo de Gastaldi