En septiembre empieza la primavera, pero no todo son flores. Ha sido elegido como el mes de la concientización del suicidio. Chile está entre los 20 países donde hay más suicidios, con 11 muertes por suicidio cada 100 mil habitantes. El análisis realizado en un Informe del Programa Nacional de Salud Integral de Adolescentes y Jóvenes, del Ministerio de Salud del Gobierno de Chile (de diciembre de 2013) reveló que “entre los países miembros, de 1995 a 2009, Chile ocupó el segundo lugar con mayor tasa de mortalidad por suicidio después de Corea del Sur (promedio 54,9 muertes por cada 100 mil habitantes), le siguen Japón, México y Portugal”.
Poco se habla al respecto, pero la Organización Mundial de la Salud informa que más de 800 mil personas anualmente se quitan la vida, y muchas más lo intentan. Esto clasifica el suicidio como la segunda causa principal de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años. Aunque es considerado un grave problema de salud pública, es prevenible a través de lo que la OMS llama “intervenciones oportunas”.
Justamente una “intervención oportuna” en forma de pensamiento fue lo que le vino a Joni cuando planeaba cómo suicidarse: “El suicidio no va a resolver tus problemas, tienes que enfrentarlos».
En medio de la desesperación, pudo detenerse y analizar ese mensaje. Sintió como si fuera un llamado hacia algo mucho más profundo. No podría escapar de algo tan grande como la Vida, Dios. Lo que sí tendrían que desaparecer eran las tinieblas, o la oscuridad mental que enfrentaba, no ella misma.
Los que sufren de depresión o problemas mentales enfrentan justamente esa confusión. Creen que la causa es uno mismo y no la oscuridad mental que con la luz divina puede desaparecer. Enfocarse en lo más grande, en este caso la Vida como fuente de luz, de armonía y de progreso, puede traer una paz y alivio muy grandes. Además de quitar una carga de encima y la sensación de incapacidad personal.
Joni experimentó una tranquilidad que nunca había sentido antes, y quiso escuchar más aún la voz de la Vida. Al escucharla profundamente, también sintió que el Amor divino atravesaba la oscuridad mental y la desesperación para mostrarle un plan armonioso. Aunque nada había cambiado externamente, se sintió profundamente amada y liberada.
Eso pasó hace algunos años y desde entonces Joni empezó a estudiar profundamente el sentido espiritual de la Vida y el poder sanador del Amor. Hoy día, incluso ayuda a otras personas a encontrar su conexión con la Vida y con el poder sanador del Amor.
Como estamos en septiembre y es el mes de la “concientización”, creo que podríamos ayudar a muchas personas si estamos de verdad conscientes y llenos de amor, reconociendo que todos tienen el derecho divino y la capacidad innata de encontrar su camino hacia la luz, la libertad y la armonía de la Vida.
Leide Lessa es maestra y conferenciante de la Ciencia Cristiana y escribe sobre la relación entre el pensamiento, la espiritualidad y la salud.