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¿Otra forma de escuchar? Por Elizabeth Santángelo.


 SilencioEn una oportunidad me llamó la atención el comentario de un piloto que al tener que transportar en su avión particular un cargamento a otro país, debió aterrizar de emergencia, a causa de la sobrecarga que llevaba en el mismo.
Un periodista que lo entrevistó, le preguntó cómo era que Dios no lo había ayudado en ese momento.
A lo que él respondió: “Bueno, Dios siempre me habla y está dispuesto a ayudarme, pero en esta oportunidad yo no lo escuché”.

Hay cierta diferencia entre oír y escuchar, porque la capacidad de oír es a través del sentido auditivo del oído, pero el escuchar nos capacita para entender y captar las ideas, en donde participa la comprensión, el razonamiento, y la percepción que se alcanza más allá del simple sonido.
Cuando estamos espiritualmente conectados con Dios podemos escuchar Su voz, su guía y protección.

¿Cómo lograrlo?

Es esencial la soledad y el silencio para poder escuchar las indicaciones divinas.
Esta soledad no indica apartarnos a una vida triste y oscura, sino apartarnos del bullicio del mundo que hace que confundamos la voz divina con la humana.
Podemos escuchar a Dios cuando nuestro pensamiento permanece en completa paz.

La actitud que permite ser guiados por la Verdad, es dejar de lado todo plan humano y esperar por esa voz que indica el camino correcto.

En la quietud del pensamiento logramos captar las ideas que vienen de la Mente, no tomando decisiones equivocadas.
Un estudio reciente publicado en el diario de psiquiatría The Lancet, señala que el 81% de los participantes advirtieron que escuchan más de una voz, mientras que el 70% escucha “caracteres específicos”, y que la mitad solo percibe sonidos.

Así como el piloto reconoció que la voz divina le hablaba siempre, también cada uno puede estar dispuesto a escuchar y ser guiado acertadamente.

Cuando nuestra mente está distraída o entretenida con cosas, es probable que no tomemos las mejores decisiones. En cambio, prestar atención a esa voz interior, nos ahorra muchos inconvenientes.
Esto es esencial aún para mantener nuestra salud y nuestro bienestar y si buscamos la solución solo por lo que nos dice el llamado cuerpo, es posible que encontremos dolor, sufrimiento, incurabilidad, pero si dejamos que nuestro cuerpo sea el testimonio de lo que significa ser y estar en la presencia del Espíritu, la salud evidencia armonía y orden naturalmente.

Puedes empezar hoy mismo a comprobarlo, al entender que escuchar la voz divina, en el silencio, en lugar de temerle a esta sensación, puedes relajarte y sonreír al saber que no estás solo y que el bien te acompaña.

El bien siempre indica el camino correcto y es posible demostrarlo en las pequeñas o grandes cosas de la vida cotidiana.

No rehúses apartarte para buscar soledad, porque ahí mismo estarás en comunión con la atmósfera espiritual que te ayudará a cumplir con un propósito. Dios siempre nos habla en el silencio.
Seamos permeables a Su voz!

Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana, en Argentina.
Coach en área salud y espiritualidad.
Twitter: @elisantangelo1