¿Cómo llegamos hasta aquí?
Desde la década de los 70, cuando Estados Unidos abandonó el patrón oro y los sucesivos gobiernos decidieron estimular la economía mediante el aumento del gasto público, la deuda ha ido en constante aumento. Como contraparte, las empresas vieron crecer sus balances, y los salarios, aunque en menor medida, siguieron esa tendencia expansiva.
Con el anuncio de la pandemia y hasta mayo de 2022, la Reserva Federal de Estados Unidos (que cumple funciones de un Banco Central) prestó al Tesoro (entidad gubernamental encargada de realizar pagos de salarios a funcionarios, gastos de pensiones, etc.) una cantidad de dinero que pasó de 4 a más de 8 trillones de dólares.
La consecuencia directa de esto fue el aumento de la inflación, alcanzando valores del 9% anual en USD, lo que llevó a muchos actores económicos a querer desprenderse de sus dólares debido a la pérdida de poder adquisitivo. Para contrarrestar esto, la FED incrementó las tasas de interés hasta el 5.25% anual, permitiendo así que nuestros dólares generen rendimientos interesantes en uno de los activos más seguros del mundo. Esta medida contribuyó a que en el día de la fecha la inflación se sitúe en el 3.1% anual. Pero recordemos, NADA ES GRATIS…
Dualidades:
En este momento, el gobierno de la primera potencia económica del mundo se enfrenta a un dilema crucial:
A) Reducir las tasas de interés permitiría al Tesoro adquirir deuda de manera más «barata», disminuyendo, a corto plazo, la creciente bola de nieve de intereses. Sin embargo, esto llevaría a una disminución de la demanda de dólares, provocando una pérdida de valor y, consecuentemente, un aumento de la inflación.
B) Mantener las tasas de interés implica aplicar un plan para reducir el déficit fiscal, lo que requeriría menos deuda y una emisión menor de dólares. Esto aumentaría la confianza y fortaleza en la divisa, disminuyendo drásticamente las estimaciones de inflación. No obstante, generarían riesgos significativos de recesión, lo cual podría restar muchos votos, especialmente en un año electoral.
Recientemente, hemos sido testigos de una combinación de estos dos enfoques, ya que el Tesoro continuó con sus políticas de gasto mientras que la FED mantuvo políticas monetarias restrictivas a corto plazo. En este momento, podría ser una buena oportunidad para comprar bonos de corto y mediano plazo, prestando especial atención a las políticas fiscales, ya que son la pieza del tablero que aún falta moverse y decidirá si patear la pelota para más adelante o afrontar una recesión a corto plazo para lograr un crecimiento orgánico en el largo.
Por Alejandro Pagliero | Asesor Financiero de Nasini SA