No hace mucho, mientras sentía la cálida briza que rociaba mi rostro, pensé en la importancia del aire para la salud y vida. El significado de la palabra proveniente del latín “aer”, y señala movimiento “hacia arriba”, levantar.
Entonces me pregunté: “¿Qué puede ser aquello que levante y tire hacia arriba en momentos de abrumo o enfermedad?” Definitivamente solo pienso en una respuesta: el Amor, y ¿por qué?
Porque a pesar de la vulnerabilidad, falta de energía o vitalidad que se pueda experimentar, sentir y expresar el Amor divino proporciona brindar buena compañía, dedicación, cariño y palabras de ánimo a una persona que los necesite. Esas acciones son fundamentales para que uno se recupere, son como el aire que levanta y sostiene.
El poder de la sencillez al entregar y cuidar desinteresadamente se ha comprobado que no solo beneficia a quien lo recibe, sino también a quien lo ejerce, más aún genera una elevación emocional. Así lo describe el modelo de Fredrickson: “La elevación es una sensación cálida, y estimulante que las personas experimentan cuando ven actos inesperados de bondad, amabilidad y compasión. … Hace que una persona quiera ayudar a los demás y ser una mejor persona.”
Según estos estudios el solo hecho de que las personas vean un acto de generosidad, los estimula a querer seguir ese ejemplo.
Pienso que somos privilegiados al poder experimentar esta elevación, mejorando las condiciones de salud y bienestar de uno como de quienes lo rodean. El libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras hace mención a esta elevación en relación a la humanidad: “De la necesidad de elevar la raza nace el hecho de que la Mente puede hacerlo; pues la Mente puede impartir pureza en lugar de impureza, fuerza en lugar de debilidad y salud en lugar de enfermedad”.
He visto que la recuperación de un enfermo es más efectiva cuando hay un ambiente con pensamientos que eleven y enaltezcan así como también se ha comprobado que cuanto más confianza tienen las personas, mayor es el beneficio para su salud.
Considerar de una manera más profunda la necesidad básica de sentir ese Amor supremo y sentirse amado, lleva a querer hacer actos de bondad desinteresados que elevan y fortalecen tanto a quien lo ejerce como a quien lo recibe. Ese beneficio es una posibilidad latente para mantenerse saludable.
Claudia Honorato integra el Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana para Chile y escribe sobre la conexión entre consciencia y salud.
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