Actualmente son muchas las personas que están dispuestas a experimentar nuevos métodos de curación, basándose no sólo en la medicina convencional, sino en el campo mental y espiritual.
Hay una condición esencial para poder inclinarse a confiar en cualquier método, y es la certeza y convicción con que nos manejamos.
A través de la certeza y convicción, es posible considerar cuál es el camino para cuidar la salud: si, únicamente solucionar un desajuste corporal, mediante un fármaco, o bien buscar en nuestro interior qué es lo que causa tal desarmonía.
La pionera en la conexión Mente-cuerpo y defensora del tratamiento mental y espiritual, Mary Baker Eddy declara en su libro Ciencia y Salud: “Se sabe que los remedios homeopáticos, que a veces no contienen ni una partícula de medicina, alivian los síntomas de la enfermedad. ¿Qué produce el cambio? Es la fe del médico y del paciente, la cual reduce los sufrimientos que uno se inflige a sí mismo y produce un nuevo efecto sobre el cuerpo”.
La libertad de elección es esencial para saber elegir qué es lo que más contribuye con nuestro bienestar.
No debe ser un factor externo sino un cambio mental lo que ejerce el beneficio para la salud tanto física como mental.
Se piensa que a través del orden mental podemos manifestar mayor armonía y bienestar en todos los aspectos de la vida cotidiana. Y es importante estar convencidos que a través de este mismo orden puede verse manifestado una mejor calidad de vida.
La salud no es una condición de la materia o del cuerpo (causada por mal funcionamiento de órganos o facultades), sino que es un estado proveniente de la Mente divina como generadora del bien permanente.
Se está llegando a la conclusión que mediante la aceptación de esta plataforma o vía alternativa, muchas personas han dejado de sentirse víctimas de la enfermedad para lograr un mayor dominio sobre cualquier condición física.
También se está comprobando que la salud es más permanente al confiar en un método que no contenga químicos, muchas veces contraindicados.
He conocido casos y aún en mi experiencia, en que se logró demostrar un bienestar pleno, al ejercer un cambio en la manera de pensar y de aceptarse al reconocer la identidad espiritual, libre de toda condena, libre de pensamientos arraigados al ego personal, resentimientos, odio y cualquier otra manifestación que altere la armonía del ser.
Jesús en sus enseñanzas más simples dijo que lo que nos enferma y contamina son los malos pensamientos. Él detalló una serie de condiciones negativas, agregando que esos elementos son los que nos contaminan.
Quizás, hoy sea una buena oportunidad para experimentar una nueva alternativa.
Si necesitamos un cambio, promovámoslo desde una plataforma espiritual, sintiéndonos parte de un Todo que está disponible para que vivamos sanos y no temamos ni a la enfermedad ni a la muerte ni a ninguna influencia negativa.
El tratamiento específico que podemos darnos a nosotros mismos, es conocer qué pensamientos están necesitando atención, tal vez no solo vencer el miedo, sino también la desconfianza, la inseguridad, el desaliento o bien la aceptación de que un caso sea incurable. La espiritualidad se entiende como la búsqueda individual del ser; de esa manera podemos identificarnos con nuestro origen verdadero y así encontrar respuestas más allá de lo que percibimos con los sentidos. Es buscar adentro de cada uno lo que esperamos encontrar en el exterior.
Ante la alternativa de elegir, piensa con seguridad, con la certeza de hacer una buena elección, sin consecuencias ni riesgos.
Depende de ti, y depende de poner el cuidado de tu salud en un plano más elevado y efectivo.
Cuánta esperanza y paz pueden encontrar aquellos que están sufriendo y temiendo.
El Amor divino está rodeándolos tiernamente ahora mismo y trayéndoles curación a su vida.
Elizabeth escribe acerca de la salud y el bienestar desde una perspectiva espiritual, y es Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana, en Argentina
Twitter: @elisantangelo1