Icono del sitio

Tiene 17 años y desde Los Cardos hace jugar al mundo.

Joven-Los-Cardos-Desarrolló aplicaciones para dispositivos móviles y generó que un millón y medio de personas descarguen de Google Play sus videojuegos.

«Cometer malos actos siempre pesa en el alma y la oscurecen. Pero tú no eres esa clase de persona, ¿no es así?». Ramiro Miglio eligió la frase para captar la atención con sus videojuegos en Google Play, y lo logró. Un millón y medio de personas accedieron a ellos (descargaron) para utilizarlos. En el mundo virtual es Kalypso Games, en el real tiene 17 años, vive en un pueblo santafesino de dos mil habitantes, trabaja y por las noches hace lo que más le gusta, programar ficciones para dispositivos móviles.

«El desarrollo de un juego que finalmente termina en Play Store, tiene muchos pasos, y como mi empresa soy yo, hago todas las tareas», dice sonriendo, todo lo contrario a sus creaciones de misterio y miedo. Autodidacta, aprendió leyendo sobre el tema y viendo cursos en internet, hoy publica sus videos en Google Play y responde correos de distintos lugares del mundo.

«Programo los juegos en su totalidad, modelo en tres dimensiones a los personajes o al escenario y me encargo de texturizar todos los objetos», comenta a modo de síntesis del proceso creativo. Después resta la interfaz gráfica, el proceso final de compilarlo y subirlo (publicarlo en Play Store).

Sus seguidores, además de la Argentina, están en México, Brasil, Colombia, EEUU, Indonesia, Rusia, España, Perú, Chile, Rusia, Alemania, India y Tailandia. Desde allí recibe y responde correos electrónicos. Las estadísticas las recibe a diario desde el propio sitio de internet. El camino hasta allí no fue sencillo pero lo recorrió solo y a pura destreza.

De Santa Fe al mundo

En las tranquilas noches de la llanura santafesinas, en su pueblo de Los Cardos, Ramiro entra en la dimensión que más le gusta: desarrollar juegos para dispositivos móviles (celulares y tabletas, a modo de ejemplo) donde demuestra su destreza como programador y la creatividad necesaria para vestirlo con una atrapante historia de misterio.

¿Cómo son esos procesos? «Por una parte la creación de personajes, guiones e historia estimulan la creatividad, programar es diferente, pero también se necesita creatividad, cuento mucho la capacidad de pensar desde la lógica y razonar, dedico más tiempo a esto, ya que es lo que más me gusta», explica. «Me centro más bien en la potencia que tenga el juego como tal, que sea divertido, que se vea bien y no tanto en una historia compleja», asegura. Y hace foco en la tarea que lo apasiona. «Es posible aprender a programar desde tu casa y tener una base de conocimientos muy amplia, todo depende del tiempo que se le dedique», comenta. Y cuenta que no pocas veces «un error en el código» le dispara las ganas de «dar la cabeza contra la pared». Nada que su obstinación no pudiera superar.

Empezó por curiosidad a los 14 años y a los 16, ya registrado como desarrollador en Google Play, publicó El Laberinto del Demonio, un juego de terror donde empleó sus conocimientos hasta entonces básicos. La primera gran emoción llegó con las estadísticas de las descargas que le envió el sitio porque «abre puertas y motiva a la gente». Sintió que eso era lo suyo y subió tres juegos más; el último Slendrito Run, es uno de plataformas en 3D de acción y aventuras, tiene música original de su amigo y estudiante de composición, Agustín Miranda.

Ramiro dice que es obsesivo de los detalles, «hasta en cuestiones que quienes juegan nunca van a ver y si hay un error me quedo hasta la madrugada, para encontrarlo». Claro que tanta dedicación y esfuerzo contrasta con su trayectoria como estudiante. «Repetí tercer año de la secundaria y terminé dejando la escuela, porque no estudiaba», recuerda. La contrapartida fue lógica, comenzó a trabajar, al principio en tareas metalúrgicas y hoy en un comercio con su papá. Pero aclara «la programación siempre a la par».

«Puedo salir de trabajar y quedarme hasta la madrugada para hallar la solución de un problema en lo que estoy creando, me gusta mucho dedicarme a esto de noche, ya que es cuando tengo tiempo libre pleno y nadie me molesta», explica.

Pese a imaginar historias, el 20 por ciento es crear un juego. Ramiro dice que nunca fue de leer, sí mira películas del mismo género que sus creaciones: misterio y terror. Hoy siente que quiere vivir de lo que hace pero para eso falta un trecho por recorrer. Objetivo que no parece difícil para este joven inventor de historias de miedo, nacidas en las madrugadas santafesinas y seguidas de a miles desde cualquier lugar del mundo.

por Silvia Carafa para La Capital.
Salir de la versión móvil