Esta ventaja que disfrutamos hoy en día, si la utilizamos con criterio y responsabilidad, nos permite multiplicar sus beneficios y sacarle el máximo provecho, para que quienes vean, revisen o «sigan» los mensajes que elaboramos, puedan conocer algún suceso importante, puedan estar alertas ante un problema o puedan aprender cosas nuevas que los beneficien en alguna medida. Esto, nadie lo discute.
Pero, ¿qué pasa cuando estos correos, tweets, mensajes de texto, mensajes en Facebook, Instagram u otras redes sociales se utilizan para descalificar, mentir, agredir o difundir informaciones falsas o malintencionadas?, evidentemente causan un daño, que muchas veces puede convertirse en delito fácilmente comprobable.
Debido a esta nueva forma de violencia, muchos psiquiatras y psicólogos se han dado a la tarea de estudiar la personalidad de los acosadores y han llegado a la conclusión de que son personas que carecen de habilidades sociales, presentan algún tipo de trastorno de la personalidad, no tienen capacidad de autocrítica, son manipuladores y en muchas ocasiones han sufrido episodios de violencia en su entorno más cercano. (Fiorella Perrone).
Lamentablemente, esta suerte de violencia informática, se está extendiendo rápidamente, no solo por parte de adolescentes, sino que el acoso, la descalificación y el uso irresponsable de las redes sociales también la realizan los adultos. Es una manera fácil, simple y cobarde de emitir opiniones dañinas contra cualquiera. Por supuesto, estos «acosadores tecnológicos», terminan por cansar a su audiencia y generalmente son rechazados por la mayoría de las personas.
Graciela De la Casa- Oscar Crispino-