José Antonio Ramacciotti es director y fundador del Diario Estrella de la Mañana, un periódico nacido el 4 de octubre de 1957. La familia Ramacciotti venía de un origen ferroviario, peronista y habían sido también los iniciadores del Eco de Iriondo, otro matutino que salió regularmente durante los años del justicialismo. Durante la pueblada realizada en 1969 defendiendo al Padre Armando Amiratti, desde sus páginas el Director jugó muy fuertemente a favor del Pastor de los Pobres, como lo recuerdan algunos al sacerdote. Por su parte, Monseñor Guillermo Bolatti pertenecía al movimiento de defensa del catolicismo tradicional, un ferviente antiperonista que rechazó toda colaboración del gobierno justicialista para reconstruir los templos destruidos inmediatamente después del bombardeo de Plaza de Mayo en junio de 1955 y tras el derrocamiento de Juan Domingo Perón, en diciembre de 1955, celebró la primera misa multitudinaria en Buenos Aires, en presencia del dictador Pedro Eugenio Aramburu. En el Concilio Vaticano II, participó de las cuatro sesiones, donde el 23 de octubre de 1964, se refirió al comunismo como un peligro muy grande y lo clasificó como una herejía, pidiendo que en los documentos conciliares se declarase al comunismo como intrínsecamente contrario a la doctrina católica. En octubre 1968, treinta sacerdotes de la arquidiócesis se enfrentaron ruidosamente con el arzobispo, quiénes en su mayoría fueron castigos por parte de las autoridades eclesiásticas y civiles. En 1969 los treinta curas renunciaron a sus cargos, entre ellos Amiratti, causando la pueblada en la ciudad. Por eso Atila Jartti no duda en culpar a Bolatti sobre su detención, aunque Sobre sus setenta y cinco días presos describe que
«Cuando llega el Teniente Coronel Moresi, sin dejarme hablar, yo me paro, le tiendo la mano y él no me la dio, me dejo con la mano así… me senté y le dije vengo porque han entrado en mi Diario como si fuéramos delincuentes y nosotros somos periodistas. El Teniente Coronel Moresi me dice esta usted detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Me llamó mucho la atención pero en ningún momento perdí la tranquilidad porque jamás estuve con la guerrilla, jamás estuve involucrado en ningún movimiento terrorista, jamás estuve de acuerdo en poner una bomba en ningún lado, ni matar a nadie por la espalda, ni todo lo que estaba ocurriendo fuera del ámbito de mi diario. Yo pensé en determinado momento que la situación iba a ser simplemente una amonestación, digamos así, cuando uno va a la escuela le ponen una amonestación, porque yo me sentía absolutamente inocente de cualquier cosa. Ellos estaban en… digamos de punta con nosotros porque en nuestro Diario se decía los que vinieron a crear el orden o a reponer el orden están fomentando el desorden, a raíz de que en esos días de la toma de poder, los militares, salían con las sirenas de la policía a todo trapo a la madrugada, agarraban a gente poco menos que los desnudaban en la calle para sacarle los documentos, los ponían contra la pared, un espectáculo bochornoso, y bueno nosotros decíamos eso y presumiblemente la razón verdadera de la clausura, no haya sido la caricatura de Videla, que ellos decían que era la causa, la falta de respeto al Presidente de la Nación.»[1]
Sobre esa publicación de la que habla José, fueron publicadas entre el 1 y 7 de abril del ´76, donde en las mismas la postura del diario fue la de esperar que sucedía en el gobierno. Sin ir más lejos, Estrella de la Mañana en su número 1824, en su tapa decía ¿Terroristas Cañadenses? y expresaba
«Las versiones sobre la certeza de tener importantes terroristas en nuestra ciudad, ahora prófugos, ha llamado a grandes interrogantes y el vecindario comenta sus nombres y los hechos con total sorpresa. Gente de buena familia, con muchos amigos, gente sencilla.
»No va a haber nombres de nuestra parte, mientras no haya una información oficial. Es justo que ante la eventual posibilidad de un error, no se agregue el nuestro. Pero todo indica que los comentarios no son infundados y las fuentes son muy atendibles. Hay detenciones. Y hasta han corrido versiones que alguno de ellos ya ha caído víctima de las balas del ejército. Pero siguiendo versiones sin confirmar.»[2]
Cinco días más tarde, el mismo matutino, publica Mas ruido que nueces…, donde da a entender lo grosero del actuar de las fuerzas policiales
«Las constantes actuaciones policiales y militares en nuestro medio son de rutina. Se mantiene al personal en alerta y en constante actividad solamente para que el estado permanente sobre salto impida que cualquier eventual ataque o desorden local puedan turbar lo que se da en llamar el “orden público”.
»Claro está que en este momento el “desorden público” justamente lo están produciendo “las fuerzas del orden”
»Pero son cosas que tienen que pasar, al menos por unos días más, en que se estima el orden total en el país permitirá que los argentinos podamos volver a vivir en paz y con todas las libertades.»[3]
Un día después de esta publicación, nuestro histórico periódico publica una encuesta donde la mayoría de los cañadenses estaban a favor del golpe. Los vecinos de la ciudad expresaban su favoritismo a la dictadura, «Tenemos la esperanza que el tiempo a cargo de los nuevos mandatarios sea más positivo, ya que durante el gobierno anterior todo ha sido negativo y de enorme atraso para la Nación Argentina»; «más vale tarde que nunca, ya que esta intervención debía haberse producido 8 o 10 meses antes y no esperar que la Nación llegue al borde del abismo, ya que ahora va a costar mayores esfuerzos y tiempo para volver a encausarla y llevarla al sitio que debe estar en el consenso nacional e internacional»; «es necesario dar tiempo a los nuevos gobernantes para que el país pueda volver a su cauce normal de tranquilidad, paz y trabajo. Eso es lo que necesitamos todos los argentinos»[4] A pesar no demostrar oposición al Régimen, el matutino fue clausurado una semana después como ya lo habíamos contado en nuestros primeros capítulos.
Lo curioso del caso era que el entonces subdirector del Diario Estrella era el Dr. Luis Aimar, quién a su vez era la mano derecha del Teniente Coronel Moresi en la Intervención militar a Cañada de Gómez y no hizo nada para defender a Ramacciotti quién continúa diciendo sobre su detención,
«En fin, el asunto es que yo sentado en un sillón, que hasta hace poco estaba en la Jefatura de Policía, pase la noche allí durmiendo, a la mañana siguiente me llevaron a Rosario. Me alojaron en el tercer piso de lo que ahora es la sede de la Gobernación, con los presos comunes. El hombre que me tomó los datos me dice ¿y a vos pibe te trajeron por esto? Ni yo ni ellos en ese momento sabíamos, aunque tuvieron que pasar setenta y cinco días para que nosotros supiéramos realmente que quien me había metido preso a mí era el obispo Bolatti y no el presidente Videla. Claro ustedes me preguntaron sobre mi vida. En el tercer piso funcionaban tres secciones de detenidos por el gobierno militar. La sección “M”, que es la del medio, donde estaban los presos comunes ahí estuve ocho días. Después estaban los presos especiales, me pasaron a la otra sección, con una coima que dejo mí abogado al jefe de guardia para que me pasaran con los presos especiales. Entraban y salían, iban al baño afuera, atendían a las visitas en el pasillo de arriba, en el tercer piso, decían ¿y que comemos esta noche? Vamos a hacer un pescadito, vamos a hacer un matambre a la pizza, era otro nivel de gente, ahí había empresario, concejales, legisladores, había gente importante… Estuve 15 días ahí, me permitieron llevar mis bártulos para pintar donde hice tres cuadros… Con algunos presos nos hicimos grandes compañeros y grandes amigos, tal es así que Taito Frutos, de quien estoy hablando, que me hizo, Derechos Inhumanos, por los cuales recibí tres amenazas de muerte, después del segundo tomo, el ultimo, donde yo le agregue, al primero todo lo que me paso después, que es lo más importante, el resultado de mis investigaciones posteriores. Cuando sentían desde adentro de la cárcel, el tableteo de las ametralladoras, en las calles las sirenas de los autos, de los autos celulares de la policía o del ejército. Bueno esa situación que pasó, a mí me despertó la idea de que realmente no se ha tomado una dimensión exacta de que es lo que hicieron mal y que es lo que hicieron bien las fuerzas de la represión del ejército. Porque hay muchos cosas que la gente debe conocer. No voy a estar nunca de acuerdo con lo que hizo Videla, Massera y Agosti, jamás. En mi vida jamás estaría de acuerdo con ellos. Estoy de acuerdo con que estén en la cárcel y que se hayan muerto y que se mueran como tienen que morirse: adentro de una reja. Como hoy mismo hay gente que tendría que estar allí y no está, están sueltos, caminado por las calles y le han robado al país, le han robado a los trabajadores, le han robado al pueblo, al gobierno y están libres como si fuesen señoritos porque han puesto una fianza millonaria.»[5]
Al finalizar la entrevista, José con sus ochenta años de vida encima recuerda que casi siendo un menor de edad fundó un diario, que en ese momento era Semanario, y sobre su ideología política hoy siente la libertad de decirse peronista, ya que por aquellos tiempos era imposible decirlo. Recomienda los jóvenes leer el material histórico de Perón, al cual lo considera como una humanista, un líder que en sus últimos años trajo consigo de España el mensaje de paz, de amor y de futuro.
Sin lugar a dudas el miedo siempre anduvo dando vueltas por los aires de los escritorios del matutino. Nunca nadie después de una detención, y en esa época, volvía de la mejor manera. El Diario durante esos años mantuvo una escritura tranquila, fue crítica en la parte económica y no toco mucho sobre lo político y menos sobre el tema de los desaparecidos. Hizo hincapié en las gestiones municipales y en las obras que la intendencia realizaba. Eran muy populares, y siguen siéndoles, los anuarios del Diario, pero el de 1978 en la columna escrita por Eduardo Navarro, Reseña 1978, en su editorial manifiesta que
«Durante este año de tantos altibajos saboreamos un triunfo deportivo en fútbol, otro en jockey, uno más en la elección de Silvana Suárez como Miss Universo, que contribuyeron a mostrar al mundo una imagen de lo que en realidad es la República Argentina (…) el conflicto del Canal de Beagle empañó nuestras alegrías en el filo del año. Nuestro país, joven, propenso al ataque y contaminación de otros anquilosados o colonialistas, soportó una dura batalla contra la calumnia. Surgieron organizaciones como Amnesty Internacional, diarios como Le Monde o una secretaria del presidente Carter, que se empeñaron en desprestigiarnos con el sonado asunto de los Derechos Humanos.»[6]
Ese sonado asunto de los Derechos Humanos, dejó 30.000 desaparecidos, millones de exiliados, un país en quiebra y una generación diezmada. Y ese sonado asunto, entre otros miles y miles de argentinos, también violó la libertad de José Antonio Ramacciotti o Atila Jartti.
[1] Testimonio de José Antonio Ramaciotti, Archivo del Museo Histórico Municipal Elías Bertola.
[2] Estrella de la Mañana, 1 de abril de 1976
[3] Estrella de la Mañana, 6 de abril de 1976.
[4] Estrella de la Mañana, 7 de abril de 1976
[5] Testimonio de José Antonio Ramaciotti, Archivo del Museo Histórico Municipal Elías Bertola
[6] Anuario Estrella de la Mañana, Diciembre de 1978. Reseña Histórica a cargo de Eduardo Navarro.