Guillermo Soria reside actualmente en esa isla del Caribe, y allí vivió el paso de dos fuertes trombas como fueron Irma y María. Nos escribe con interesantes reflexiones y envía un video.
por Guillermo «Pocho» Soria – desde Puerto Rico) – Desde que vine por primera vez a Puerto Rico escuché historias sobre huracanes, esas historias generaron en mi un deseo de curiosidad enorme «si un evento climático tan desastroso llegaba a producirse nuevamente, me gustaría estar presente». Ya pasaron más de 5 meses de haber pasado el Huracán María por el paraiso caribeño, y mi deseo se cumplió, viví una experiencia única, terrible e inolvidable, que no quiero volver a repetir jamás en mi vida.
El 6 de septiembre nos había rozado un huracán categoría 5 llamado Irma perjudicando a unos pocos, dos semanas después nadie se imaginaba que otro huracán de igual intensidad cruzaría la isla afectándonos a todos. El Huracán María con vientos de 280 km/h, destrozó gran parte de la infraestructura boricua, dejándonos meses sin energía eléctrica, sin servicios de comunicación y sin agua corriente.
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En un par de horas cambió la vida de todos, regresesandonos a lo básico, a comer a la luz de las velas, a conversar viendonos a los ojos, a utilizar los juegos de mesa olvidados, a leer libros viejos y a despegar la mirada de un aparatito llamado celular que tantas horas nos robaba para empezar a levantar la cabeza y observar un cielo lleno de luces espectaculares. Comenzamos a apreciar lo perdido como beber agua fría o bañarse con agua caliente. Pero estas cosas solo las notabamos unos pocos, los suertudos que no tuvieron grandes pérdidas.
Mientras yo lamento no tener energía eléctrica para poder ver televisión, otros lloran la pérdida de un familiar por no poder dializarlo o por no poder brindarle el oxigeno suficiente que otorgaba un respirador artificial. Nos quejábamos de bañarnos con agua fría en un balde, mientras otros agonizaban por haber contraído leptospirosis al bañarse en un río. Que egoístas somos, seguimos pensando solo en nosotros.
Cuando comprendí que tenía que cambiar fue como encontrarme con otro yo, de repente sentí la necesidad de ayudar, conseguir comida para los que estaban pasando hambre, ayudar a remover escombros para los que lo habían perdido todo pero tenían las ganas suficientes de volver a empezar.
Desde el huracán no ha sido fácil vivir en este lugar que dista muchísimo de ser el paraíso que todos piensan o el eslogan local «Puerto Rico, La Isla del Encanto» o mejor dicho «del Espanto?».
Crisis económica, desempleo masivo, enormes migraciones, enfermedades extrañas, estado de ánimo poblacional en constante declive, infraestructura obsoleta, servicios básicos escasos son solo algunas de las cosas que hay que cambiar para recuperar ese tan repetido eslogan anteriormente nombrado.
Pero yo elegí vivir acá, me gusta estar acá y quisiera quedarme, tengo esperanzas de que todo va a mejorar, voy a seguir intentando progresar en un lugar donde haces dos pasos y retrocedes tres. Es lo que hay, es lo que tengo por el momento hasta que ya no pueda más y forzosamente tenga que buscar otro horizonte para realizarme.
Firma: Guillermo «Pocho» Soria
Fuente: Las Rosas Digital.