La enfermedad tiene un período de incubación de 3 a 14 días, y el contagio puede darse desde 2 días antes hasta 5 ó 6 días después de la aparición de la fiebre.
Existen tres maneras de transmisión: A través del vector (mosquito), mediante la placenta o por transfusiones sanguíneas. Los síntomas que presenta son cuadro febril, malestar general, cefalea, dolores musculares, retro ocular, articular, leve dolor abdominal y diarrea.
Como forma de prevención se solicita a la población eliminar cuanto cacharro o depósito de agua haya en los patios de las viviendas y en su interior, con el fin de reducir al mínimo los posibles criaderos de mosquitos y de terminar con los huevos que pudieron haber quedado depositados en recipientes, previniendo así la aparición de la enfermedad.
La acción de descacharrado incluye tener un manejo adecuado de los recipientes que van a contener agua, como eliminar aquellos en desuso. Básicamente que los recipientes que se utilizan deben permanecer vacíos, boca abajo y antes de volver a usarlos, deben ser cepillados, para desprender los posibles huevos; los recipientes que contengan agua deben estar herméticamente tapados; los recipientes u otros objetos que puedan contener agua y no se utilizan deben ser eliminados dejando el patio limpio de posibles criaderos.
Al llevar adelante estas conductas, no contaminantes, sumamente alineadas con la vida y la preservación del ambiente, no introducimos agentes tóxicos que puedan poner en peligro la subsistencia de la biodiversidad, contaminar el suelo, aire y agua, con los indeseados efectos que pueden, directa o indirectamente, afectar inclusive la salud de las personas.
Es necesario fumigar en aquellos lugares donde no se pueda limpiar y contengan agua, especialmente si no tienen sol directo, utilizando larvicida BTI (Basilus Turingensis Israelendis) que actúa sobre la larva del mosquito. No es tóxico para los humanos, animales y plantas y se aplica una vez por mes.